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A los veinte años quiso hacer con algunos amigos un negocio magnífico: un trabajo de cerrajería que debía proporcionar una fortuna a cada uno de los asociados. A pesar de su celo y de su habilidad, fracasaron vergonzosamente, y después hubo de remar diez años sin poderse levantar de su caída. Desde entonces todos le llamaban Poca Suerte.

Fuimos navegando sin alejarnos mucho de la costa; de cuando en cuando nos sustituíamos, y uno descansaba de remar. Como habíamos perdido la costumbre, las manos se nos hinchaban y despellejaban. El país que se nos presentaba ante la vista era una tierra desolada, con colinas bajas y pantanos cerca de la costa. A lo lejos se veía el humo de alguna quinta aislada o la ruina de un castillo.

Se movía en el puente imaginándose que estaba arrostrando una gran tormenta; examinaba los instrumentos náuticos con una gravedad de experto conocedor; corría todos los departamentos habitables del buque, bajaba á las bodegas, que se aireaban, abiertas, en espera de carga, y finalmente se metía en el bote de servicio, desamarrándolo de la escala, para remar unas horas con más satisfacción que en los ligeros yoles del Club de Regatas.

Sin embargo, con ser tan penosa ésta se empeoró con el tiempo, y en el siglo XVII, la católica majestad de Felipe IV dío orden en 1637 para que, de todos los de Sevilla, se formase un registro y conforme á él fueran recogidos de casa de sus amos y se llevasen á la cárcel real, de donde pasarían luego nada menos que á remar á las galeras.

Tal fué el inhumano procedimiento que aquellos piadosos varones del siglo XVII seguían con sus esclavos, á quienes tanto maltrataban y en contra de quienes encima levantaron mil calumnias, y condenaron á remar en galeras, como premio á los servicios que habían prestado.

Ahora, yo remaré dijo Recalde ; no hagas mas que ir achicando. Era tiempo, porque el bote iba haciendo agua; tenía yo los pies y los pantalones mojados. Me puse a trabajar con el achicador, con brío, y conseguí que el nivel del agua dentro del bote disminuyera muchísimo. Pensábamos dar la vuelta al monte Izarra y atracar en la punta del Faro. Cuando se cansó Recalde de remar, le substituí yo.

Sospéchase de cierto, pues no vienen Los indios al rescate acostumbrado, Que guerra concertada alguna tienen, Y el falso Yamandú la habrá forjado: Pues ya seguro estoy, por cierto, suenen Muy pocos arcabuces, que el soldado Desnudo, desarmado y desembrido, Cansado de remar, est

Panglós compuso una erudita memoria, probando que no tenia el baron derecho ninguno en su hermana, y que segun todas las leyes del imperio podia Cunegunda casarse con Candido, dándole la mano izquierda; Martin fué de parecer de que tiraran con el baron al mar; y Cacambo de que se le entregaran al arraez levantisco, el qual le volveria á poner á remar á la galera, ínterin le enviaban al padre general por la primera embarcacion que diese á la vela para Roma.

Un guía debiera bajarle a Marbella, para desde allí tomar una fusta y remar hasta Motril, y luego caminar a Granada, huyendo así lo más posible de los abanderizados monfiis, que eran salteadores moriscos.

Comencé a remar despacio, con cuidado, haciendo la menor violencia, para que no saltaran los tapones del bote. Yo miraba a Recalde, y Recalde miraba el agujero enorme del Izarra, que iba haciéndose más grande a medida que nos acercábamos. Veía el terror representado en los ojos de mi compañero. La sima abría ante nosotros su boca llena de espumas.