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En la madrugada habíamos salido de Orán, y a mediodía, estando a la altura de Cartagena, vimos en el horizonte una nubecilla negra, y al poco rato un vapor que todos conocimos. Mejor hubiéramos visto asomar una tormenta. Era el cañonero de Alicante. Soplaba buen viento. Íbamos en popa, con toda la gran vela de frente y el foque tendido.

Y cuando se vió bajo su bóveda sombría la tuvo por el mejor de los salones, alabando la prudencia de sus constructores. El silencio subterráneo fué devolviéndole la sensibilidad auditiva. Escuchó como una tormenta amortiguada por la distancia el cañoneo de los alemanes y el estallido de los proyectiles franceses.

Anda algo roío contestaba el señor Manolo ; hay tormenta en la atmósfera metálica: la gente tiene pocas ganas de papel. Cuando vendía un periódico nuevo, decía con énfasis: Hoy he tenido un éxito extramuros. Los redactores debían votarme un mensaje de gracias, a pesar de que no me llamaron para darme voz y voto.

Y como si la tormenta, envuelta en el conglomerado de sus cirrus obedeciera a su voz, empezó a moverse hacia el sud, siguiendo la línea del horizonte lentamente, casi agazapándose, como si quisiera realizar un movimiento envolvente para tomar al sol por retaguardia, mientras éste seguía en su aparente caída diurna.

Lloviera, ventease, nevase o granizara; con calor, con frío o con tormenta, veía yo aparecer al cura, enfaldada la sotana hasta las rodillas y el sombrero debajo del brazo. No si lo he visto nunca con él puesto. Tenía la manía de caminar con la cabeza al aire, sonriendo a los viandantes, a los pájaros, a los árboles, a las flores del campo.

Esta noche cayó una fuerte tormenta de agua y viento, y me llevé el sombrero que lo necesitaba: pero en recompensa díole al rio lo que le faltaba para darnos paso franco. El 16 salimos al ser de dia, y encontramos tres playas; su senda de tres cuartas: dejábanse ver por una y otra orilla vistosas cejas de montes con famosas maderas.

Es un fenómeno que observé en la tormenta pasada y que se repetirá, no lo duden ustedes, en las que han de venir; y así veremos siempre que toda trasformación política de carácter progresivo viene precedida de grandes eflorescencias de sabiduría infantil y discursos en las aulas.

En esos momentos, en efecto, estalló con gran violencia la tormenta, y no dio más tiempo que para poner a cubierto el caballo y el coche. Se ha dicho que la soledad nos hace tímidos, mas en ciertos casos produce el efecto contrario.

El cura lloraba como un niño y procuraba consolarla: ella le escuchaba con los ojos fijos y enjutos, como se escucha un viento que brama, sin comprender lo que dicen sus mugidos que aterran, pero sabiendo bien que traen consigo el rayo y la tormenta.

Si no, dígame, así Dios le saque desta tormenta, y así se vea en los brazos de mi señora Dulcinea cuando menos se piense... -Acaba de conjurarme -dijo don Quijote-, y pregunta lo que quisieres; que ya te he dicho que te responderé con toda puntualidad.