United States or Netherlands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Durante el día, sus paredes enjalbegadas la destacan en blanco del fondo verde de la huerta que le rodea; por las tardes, en cuanto el sol se pone, centenares de cristales se alumbran en su fachada; ya de noche, las luces del interior irradian su luz por las ventanas, y, como la de un faro, brillan á diez leguas de distancia.

Era fuerte, valiente, tímida, tostada por el sol y por el aire del mar, con las cejas un poco juntas. Aquel día estaba vestida de fiesta: llevaba una blusa clara, una falda azul, medias rojas y alpargatas blancas. Cualquier cosa la confundía y la turbaba. Me pareció ser una excelente amiga para Mary y que la tenía mucho afecto. Mary me dijo que ellas iban al faro.

Lo del faro de Agaña y lo del reloj es preciso ponerse serio para que lo crean; pero qué quieren ustedes, la verdad nunca puede ser más que una, y aunque las verdades respecto á Marianas, las que se saben lo son de seis á seis meses en Manila y en Madrid quizás nunca, de aquí la incredulidad que á nuestros lectores despertarán nuestras líneas. Sigamos describiendo la isla de Guajan.

Su vista recorrió la extensión del mar y allá, á lo lejos, en el límite del horizonte, vió la luz del faro como un punto luminoso apenas perceptible y que disminuía hasta borrarse, como un signo de la desgracia. Estaba libre y rodeado de amigos é iba á ver á las personas que amaba. Pero al mismo tiempo se encaminaba á la lucha. Una arruga apareció en su frente.

Recalde persistió en sus tentativas, y llegó a impedir que siguiera inundándose el bote. Estábamos a unos doscientos metros de la gruta de Izarra. Habrá que ir directamente a la cueva dije yo. ¡A la cueva! ¿Para qué? preguntó Recalde, sobresaltado. No habrá más remedio. Si no se nos va a abrir el Cachalote antes de llegar a la punta del Faro. , es verdad; vamos.

Venían por fin las gacetillas con su correspondiente título cada una, donde brillaba el ingenio, tanto de Sinforoso, como de todos los que colaboraban en El Faro. Una se titulaba: A pasear, sarrienses.

Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo del poder milagroso de Dios. Creyó que así le advertía para que no volviese a caer en la tentación, que le enviaba un faro para esclarecer las tinieblas de su espíritu. Recordaba siempre lo que le había pasado al P. Gracián, a quien Santa Teresa tanto ayudó en el camino de la virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada.

Pasábanse los anteojos para ver los lobos marinos descansando en filas a lo largo de la isla y en torno a un faro. Algunos de estos animales parecían figuras yacentes sobre el pedestal de una roca. El sol de la tarde se reflejaba en sus húmedas envolturas, dándolas un reflejo de oro. Eran a modo de pellejos de aceite rematados por una cabeza de perro chato.

Un momento después oíase en todo el faro un estrépito de cadenas, de poleas, de grandes pesas de reloj a las cuales se daba cuerda. Yo me sentaba fuera, en la terraza, durante ese tiempo. El sol, muy bajo ya, descendía cada vez con más rapidez hacia el agua, llevándose tras de todo el horizonte. Refrescaba el viento, la isla teñíase de color violáceo.

Tu cuerpo cercaré de espesas nieblas, Para que tu alma brille en las tinieblas Cual faro celestial; Y se estiendan las alas de tu alma, Para volar á la region de calma Donde se olvida el mundo terrenal.