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Toda la noche se pasó en claro el pobre don Juan haciendo planes, ideando recursos y arrostrando mentalmente las consecuencias de cuanto se le ocurría, que era gravísimo, porque en sus pensamientos, cálculos y temores, ya no figuraba él solo frente a la irresoluta Cristeta, sino que entre ambos se alzaba, misterioso y tremendo, un nuevo personaje: el señor Martínez, propietario legítimo de aquel cuerpo adorable, dueño legal de la mujer amada.

Es natural ciertamente que al abrazar el método que adapta el medicamento á la enfermedad por la ley de los semejantes, se detenga un médico ante tan pequeñas dósis; pero nadie ignora, que cuando prácticos distinguidos las prefieren á las fuertes, arrostrando la injuria ó el ridículo, es porque creen y les consta, que son mas útiles.

Lo proclamaba el hermano de Margarita, y con él todos los oficiales que le habían visto cumplir su deber tranquilamente, arrostrando la muerte con la misma frialdad que si estuviese en su fábrica, cerca de París.

El marinero se metió sin detenerse en medio de las ruinas, arrostrando la muerte por buscar dinero, con el que encontró se fué á emborrachar; y después de haber dormido la borrachera, compró los favores de la ramera que topó primero, y que se dió á él entre las ruinas de los desplomados edificios, y en mitad de los moribundos y los cadáveres, puesto que Panglós le tiraba de la casaca, diciéndole: Amigo, eso no es bien hecho, que es pecar contra la razon universal, porque ahora no es ocasion de holgarse.

La preponderancia de Aguilar en la ciudad alejaba de ella al obispo; sin embargo contribuía cuando era necesario con su presencia á remediar los males de su Iglesia, porque á la general turbacion introducida por los desmanes de los grandes, se agregaba una gran relajacion en la disciplina eclesiástica, y hubo casos en que, arrostrando la tirania ejercida por el de Aguilar, tuvo el prelado que acudir como buen pastor, ya á reprimir la insolencia de algunos malos canónigos á quienes aquel favorecia, ya á contener al prepotente magnate en sus injustos procedimientos con otros prebendados.

Veíase á los amantes arrostrando la ridiculez de situaciones muy raras para poder hablar con sus damas.

Recordó la estrecha amistad que había unido a los dos adversarios, su viaje «arrostrando los peligros del mar». Un momento de olvido o de error había provocado un incidente lamentable; pero los buenos caballeros, cuando llegan adonde ellos habían llegado, sin miedo y sin reproche, podían darse todavía una explicación leal, evitando el lance.

Se movía en el puente imaginándose que estaba arrostrando una gran tormenta; examinaba los instrumentos náuticos con una gravedad de experto conocedor; corría todos los departamentos habitables del buque, bajaba á las bodegas, que se aireaban, abiertas, en espera de carga, y finalmente se metía en el bote de servicio, desamarrándolo de la escala, para remar unas horas con más satisfacción que en los ligeros yoles del Club de Regatas.

A los varones fuertes Que la espada blandieron, Que arrostrando mil muertes En el campo cayeron Del noble sacrificio, Bajo el marcial auspicio Del alto galardon. De todo un pueblo el luto, De todo un mundo el llanto, Es mísero tributo Para su polvo santo, En que renacen palmas, Y en que resurgen almas Al soplo del creador.

Yo dejaría entonces á otro el orgullo de quererte y hacerte feliz; pero esto no es posible. Tu situación es tan desesperada, que quiero salvarte á pasar tuyo, arrostrando hasta tu ingratitud, que es lo que más temo. Si me ves aquí, es porque nadie existe en esta casa que pueda ampararte. Bien: yo lo agradezco, señor caballero; pero déjeme usted. ¡Ay! Si Lázaro sabe que ha estado usted aquí....