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Miró, uno á uno, todos los botes automóviles, las balandras de regatas, los barcos de pesca y las goletas de cabotaje fondeadas en el pequeño puerto de la isla del Huevo. Quedó inmóvil ante las olas mansas que peinaban sus espumas en los peñascos del malecón bajo las cañas horizontales de varios pescadores burgueses. De pronto vió á Freya siguiendo la avenida por el lado de las casas.

Las riberas del Pasig han sido objeto de rimas y trovas, y sus aguas cantadas por melancólicos amantes y por músicos más ó menos inspirados. El día de San Juan y los tres de carnestolendas constituían cuatro fiestas fluviales, en las que los remojones, las regatas y las enfrentadas en banca, figuraban en primer término.

Se movía en el puente imaginándose que estaba arrostrando una gran tormenta; examinaba los instrumentos náuticos con una gravedad de experto conocedor; corría todos los departamentos habitables del buque, bajaba á las bodegas, que se aireaban, abiertas, en espera de carga, y finalmente se metía en el bote de servicio, desamarrándolo de la escala, para remar unas horas con más satisfacción que en los ligeros yoles del Club de Regatas.

Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia y se la pueden enseñar á todo el mundo ... algo mejor que los de acá abajo...; ¡flojones, más que flojones!, que se han dejao ganar tres regatas de seguido por los callealteros.... Esa es la rescoldera que á usté le pica; pero por más pedriques que echen en Miranda y más velas que pongan á los Mártiles, San Pedruco el nuestro los ha de echar á pique.

Un yacht, señorita respondió don Adrián en tono muy ponderativo : un yacht, así, en puro inglés; y de lujo, ¡caray! lo que se llama de lujo... eso es: vamos, un yacht de regatas, de primera.

San Pedro no puede amparar nunca á gente tan desalmada como ; y si se perdieron las regatas, Dios sabe por qué fué. Por falta de puños, pa que usté lo sepa. Grita, grita más alto; que te lo oiga el tu marido que por allá abajo asoma, y mira después onde te metes.

En el Casino leía los periódicos de La Costa: conciertos nocturnos al aire libre, giras campestres, regatas, de todo esto hablaban; ¡cuánta gente! ¡cuánta música! ¡teatro, circo! barcos, grandes vapores ingleses... y el mar... el mar inmenso.... ¡Aquello era divertirse! Don Víctor suspiraba y se volvía a casa. «No estaba la señora». Pero estaba Kempis. Allí, abierto, sobre la mesilla de noche.

No solo hubo los conocidos hasta entonces, y más en boga, como justas y toros, sino que por vez primera se corrieron regatas en el Guadalquivir y en las cucañas ó en las justas tomaron parte las mujeres de la mancebia lo cual sería bien del agrado del público. He aquí los documentos en que nos apoyamos.

Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar á todo el mundo... algo mejor que los de acá abajo... ¡flojones, más que flojones! que se han dejao ganar tres regatas de seguido por los callealteros...

Eso es. Por otra parte, estaba enamorado de nuestra bahía, que ya sabe usted que es de lo mejor del mundo, dicho y confesado por inteligentes extranjeros... ¡caray, si es cosa buena! y estando enamorado de la bahía y de la afición y el arte de Leto, no pudiendo adquirir aquí una embarcación a su gusto, hizo traer, a fuerza de dinero para que llegara pronto, un hermoso yacht de regatas que él tenía en su país.