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11 En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. 12 Bendito , oh SE

Llegó, pues, D. Fadrique hasta ponerse á su lado. Entonces advirtió que Clara estaba no muy lejos, de rodillas, al lado de su madre; que D. Carlos la miraba, y que ella, si bien fijos casi siempre los ojos en su libro de rezos, los alzaba de vez en cuando rápidamente, y miraba con sobresalto y ternura hacia donde estaba el galán, declarando así que le veía, que se alegraba de verle, y que tenía miedo y cierto terror de profanar el templo y de pecar gravemente engañando á su madre y alentando á aquel hombre, de quien decía que no podía ser esposa.

Y Perales, que lo dice tan bien, mi amigo Perales. Y que habrá tanta gente añadió la Marquesa. Por Dios, señora: con mil amores, si no fuera.... ¿No voy otras veces? ¡Pero si mañana tengo que comulgar! ¡Ta, ta, ta, ta! ¿y qué tiene eso que ver? ¿Lo sabe la gente? ¿Vas al teatro a pecar? ¡El arte es una religión! advirtió don Víctor consultando el reloj, temeroso de perder lo de

Pero el novelista tiene que decirlo todo, y de manera que sus explicaciones, sin pecar de aburridas, sean lo bastante minuciosas para dar al lector la emoción exacta del ambiente ó lugar donde los personajes van á moverse.

Y así iba tirando el pobre y adquiriendo una finquita hoy, y mañana unas acciones del Banco de España «por una casualidad», y al otro día una hipoteca «de lance». Nada, que había que quererle y admirarle, en cuanto se le oía hablar de estas cosas que le pasaban a él. Y basta del sirviente; no vayamos a pecar de descortesía con su aristocrático señor, que nos espera en su despacho.

Veremos si pica... Cuando usted se determinó a casarse, ¿no hizo allá en el fondo de su pensamiento, la reserva de que el matrimonio le permitiera pecar libremente, no digo que con este y con el otro, sino con el que usted quería?». Fortunata miraba al techo, recordando. «¿No había esa reserva? A ver... busque usted bien; busque más adentro, más abajo».

Sin pecar de jactancioso, me parece que puedo creer y decir que España, desde fines del siglo XV, y tal vez durante todo el siglo XVI, fue la primera nación del mundo.

Pero sin pecar de prolijo puedo manifestar que, cuando Jovita hubo pasado a poder del somnoliento mozo de cuadra, a quien muy pronto le sacudió el sueño con un par de coces, Federico salió con el tabernero a dar una vuelta por el pueblo que dormía silencioso.

Esta sagacidad y este conocimiento del corazón humano llegaban en Salabert a pecar de excesivos; esto es, se pasaba de listo en ocasiones. En su trato con los hombres, mirándoles siempre del lado de los intereses materiales, había llegado a formarse tan triste idea de ellos, que resultaba monstruosa y le expuso a serios percances.

Usted la ha hecho dudar de más de lo que debiera: sin prever un resultado tan funesto, ha infundido V. en su espíritu que está predestinada á pecar si no busca asilo al pie de los altares.