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Pero la superchería se descubrió pronto y el engaño no duró mucho tiempo, aunque el necesario para que llegase a mis oídos, obligándome a transmitirlo a la familia. Aunque tenía muy mala idea de la veracidad del viejo Malespina, jamás pude creer que se permitiera mentir en asuntos tan serios.

¡Bah! No lo crea V., mamá... En fin, a no me ha llegado aún la hora... Y mientras que me llegue, lo estoy pasando mal. Me sobra gran parte de la renta que tengo, y si no hago mal uso, no qué hacer de ella... Miguel guardó silencio un instante, y después de vacilar, dijo tímidamente: Si V. me lo permitiera, la partiría de buena gana con mi hermana...

Todos decían lo mismo: se extrañaban de que un hombre como él, religioso, honrado y sin otro defecto que robar algo en el peso, permitiera que su criado acompañase á la hija del enemigo de la huerta, de un hombre malo, del cual se afirmaba que había estado en presidio.

Obedece durante diez minutos, y de repente vuelve otra vez con el señor alcalde mayor. Dice que se olvida, Creánmelo ustedes. Le rompería la cabeza». ¡Y me quieres hacer creer que en el extranjero...! Pero Manolo... ¡Ah!, no, señora... esté usted segura de que si en Londres una criada se permitiera cantar, pronto la pondrían de patitas en la calle. Es que ni se les ocurre tal disparate.

Si su mujer lo permitiera, habría llevado Santa Cruz su indulgencia hasta consentir que el niño hiciera en todo su real gana. ¿En qué consistía que habiendo sido él educado tan rígidamente por D. Baldomero I, era todo blanduras con su hijo? ¡Efectos de la evolución educativa, paralela de la evolución política!

Su reconocimiento a las dos señoras, y principalmente a Benina, le duraría tanto como la vida... Sentía nuevo aliento y esperanzas nuevas, presagios risueños de obtener pronto una buena colocación que le permitiera vivir desahogadamente, tener hogar propio, aunque humilde, y... En fin, que estaba el hombre animado, y con la inagotable farmacia de su optimismo se restablecía más pronto.

Recordará Vuecencia que en varias ocasiones he solicitado el honor de que me permitiera explicarle, manifestarle..., vamos, ponerle a la vista el estado verdadero... de las cosas, como quien dice. Cierto. ¿Y qué? Que Vuecencia ha tenido siempre la bondad de desatender mis ruegos.

Mientras el auditorio aguardaba en silencio, respirando apenas, a que la emoción religiosa permitiera al orador continuar, él oía como en éxtasis de autolatría el chisporroteo de los cirios y de las lámparas; aspiraba con voluptuosidad extraña el ambiente embalsamado por el incienso de la capilla mayor y por las emanaciones calientes y aromáticas que subían de las damas que le rodeaban; sentía como murmullo de la brisa en las hojas de un bosque el contenido crujir de la seda, el aleteo de los abanicos; y en aquel silencio de la atención que esperaba, delirante, creía comprender y gustaba una adoración muda que subía a él; y estaba seguro de que en tal momento pensaban los fieles en el orador esbelto, elegante, de voz melodiosa, de correctos ademanes a quien oían y veían, no en el Dios de que les hablaba.

¿Le he hecho daño, miss Rojas? dijo otra vez el joven con voz suplicante, como si su emoción no le permitiera en aquellos momentos preguntar otra cosa . ¿Verdad que no he tirado el lazo muy mal?...

Durante esos años, en que el hombre ignora la realidad de sus tendencias y la índole de aquello a que debe dedicarse, él, entre dudas y vacilaciones, pugnaba por determinar lo que sería, como si a todos permitiera la fortuna marcar el rumbo de su vida.