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Traíase á ellas la caza y pescado en vez de llevarla á las plazas públicas vendiéndola á excesivos precios, con lo cual se perjudicaba á las gentes. En ellas dábase de comer y beber á hombres y á mujeres y también cama para dormir á los que las pedían, de todo lo cual seguíanse graves perjuicios.

Todo el encanto radicará en la dicción, en la distribución hábil, apenas perceptible, de los acentos, en la suavidad con que la intención resbale de una sílaba en otra. Es una gimnasia de inagotables actitudes, un dinamismo altamente educador, que suelta, fortalece y sutiliza la anatomía del aparato vocal. ¿Se me dirá que tantos refinamientos son excesivos?... ¡No!

Por el contrario, yo creo que debe y puede sostenerse que la pompa oriental, las galas y primores, á veces excesivos, y cierta redundancia que en nuestra poesía y en nuestra elocuencia se notan frecuentemente, y aun se censuran, son ya sobras ó defectos que de muy antiguo tuvieron los españoles, y por los cuales fueron motejados en Roma Lucano, Séneca y otros prosistas, oradores y poetas de nuestra patria.

Para Tchernoff, la derrota final no significaba la destrucción de Alemania ni el aniquilamiento del pueblo alemán. A me indignan continuó los patriotismos excesivos. Oyendo á ciertas gentes que formulan planes para la supresión definitiva de Alemania, me parece estar escuchando á los pangermanistas de Berlín cuando repartían los continentes. Luego concretó su opinión.

Pero si la esperanza de mayores acrecentamientos les llamaba á nuevas empresas, y estaban resueltos, que él les asistiria y ayudaria con sus fuerzas, con que ellos fuesen testigos y publicasen la verdad del hecho, y que primero aventurará el Reino y la vida, que faltara á la obligacion de tan señalados servicios; pero que la estrecheza del tiempo por los excesivos gastos de la guerra, no daba lugar á que el premio igualase á su deseo.

Esta sagacidad y este conocimiento del corazón humano llegaban en Salabert a pecar de excesivos; esto es, se pasaba de listo en ocasiones. En su trato con los hombres, mirándoles siempre del lado de los intereses materiales, había llegado a formarse tan triste idea de ellos, que resultaba monstruosa y le expuso a serios percances.

Sin embargo, mi salud es buena y mejor que otras veces, lo cual es todavía otro de los favores por que debo dar gracias a Dios. Mis hijas están igualmente buenas, creciendo a mi lado en virtud y hermosura, porque sus figuras son simpáticas y su piedad grande: tanto es así, que yo misma, algunas veces, he notado escrúpulos excesivos en ellas que me he visto obligada a combatir.

Ella se lo agradecía y, como en tiempo antiguo, procuraba aturdirse, no pensar en los peligros de aquella amistad; y lo conseguía mejor que antes. «Mi salud, pensaba, exige que yo sea como todas: basta para siempre de cavilaciones y propósitos quijotescos y excesivos: quiero paz, quiero calma... seré como todas.

Se hizo cargo que nuestra Corte estaba empeñada en sostener una guerra contra los Ingleses, que ocupaban toda su atencion: que los excesivos clamores de los mercaderes y comerciantes, contra los nuevos impuestos repetidos muchas veces á los compradores, desde sus almacenes y mostradores, sin otro motivo que el de ver disminuida su excesiva ganancia, habian penetrado no solo los corazones de los indios, sino los ánimos de todos: que se prestaban gratos los oidos á las voces de libertad é independencia, y que su propio corregidor, D. Antonio de Arriaga, estaba excomulgado por el Obispo del Cuzco, cuya providencia espedida imprudentemente por aquel prelado, en ocasion tan peligrosa, habia atraido contra él los ánimos de sus provincianos, creyó no podia presentarsele coyuntura mas favorable para establecer su dominio: y persuadido por todos accidentes que reconocia, hallaria un apoyo general para realizar su temerario intento, lo puso en egecucion.

Era de acero fino don Manuel, y tan honrado, que nunca, por muchos que fueran sus apuros, puso su inteligencia y saber, ni excesivos ni escasos, al servicio de tantos poderosos e intrigantes como andan por el mundo, quienes suelen estar prontos a sacar de agonía a las gentes de talento menesterosas, con tal que éstas se presten a ayudar con sus habilidades el éxito de las tramas con que aquellos promueven y sustentan su fortuna: de tal modo que, si se va a ver, está hoy viviendo la gente con tantas mañas, que es ya hasta de mal gusto ser honrado.