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En ayudantes de obras públicas, capataces, recaudadores de contribuciones, empleados de Sanidad, vistas de Aduanas, inspectores de Consumo, jefes de Fomento, oficiales cuartos, séptimos y quincuagésimos de Gobiernos de provincia, el número era tal que ya no se podía contar. Invoquemos el texto divino: Crescite et multiplicamini, et replete aguas maris.

Con este motivo tenia con ellos conversaciones públicas y secretas, confiandome sus mas reconditos secretos, y contándome sus mas antiguos monumentos y hechos inmemoriales.

Las ceremonias públicas, tales como la instalación de magistrados, y cuanto pudiera agregar majestad al modo con que un nuevo gobernador se presentaba al pueblo, se distinguían por un ceremonial imponente y una sombría pero estudiada magnificencia.

La raza es de lo más sano y hermoso que he conocido en España, y yo creo que son partes principalísimas de ello la continua gimnasia del monte, la abundancia de la leche y la honradez de las costumbres públicas y domésticas.

Siendo, pues, tan primoroso el artificio de los sylogismos, no hay que extrañar, que en tantos y tan diversos como se proponen en las funciones públicas de las Escuelas, haya muchos defectuosos, que no siendo facil desenvolverlos con el calor de la disputa, sean motivo de embrollos y dificultades, que ofuscan la verdad.

Era esta puerta la más adornada en las festividades públicas; sus dos portillos laterales eran los que más tarde se cerraban, y por su arco principal entraron los monarcas Felipe V, en 1729; Carlos IV, en 1796; José I, en 1810; Fernando VII, en 1823, y la reina Isabel II, en 1862.

Entró de revistero en un periódico, y con ocasión de los saraos, banquetes, funciones de teatro, corridas de toros y toda laya de fiestas públicas y privadas, comenzó a soltar de la pluma un millón de lindas frasecillas ingeniosas y acicaladas, que no había otra cosa que alabar entre las damas.

El salon de las sesiones es elegante y posee muy hermosos frescos pero revela, por la distribucion mezquina de las tribunas públicas, que en lo que ménos se pensó fué en darle asiento al pueblo español para que, oyendo á sus representantes, pueda juzgarlos, formarse una opinion y hacer efectiva la responsabilidad moral.

Nada puedo contestar a vuecencia, me ha respondido, sino que fue recogido de las calles públicas por donde vuecencia discurría diariamente perdida la razón: ningún pariente se presentó a reclamar la curaduría de vuecencia como demente, y esa curaduría se me ha conferido por providencia judicial: vuecencia ha recobrado la razón, y estoy dispuesto a darle cuentas.

Y esta sopa económica para el pueblo y la fundación del hospital, dan idea bien gráfica de lo que era la capital de Andalucía bajo la dominación extranjera. LAS LECTURAS PÚBLICAS DEL CAF