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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Roland, en sus memorias. Cuando, nutrida de historia, hube encarado la extensión del mundo, la sucesión de los siglos, la marcha de los imperios, las virtudes públicas, los errores de tantas naciones, me parecía mezquina, ridícula, atroz, la idea de un creador que entrega a los tormentos eternos a esos innumerables individuos, débiles obras de sus manos, arrojados sobre la tierra en medio de tantos peligros y en la noche de una ignorancia de la que tanto han sufrido ya.
Aquí, cuando apenas estaba concluida la Plaza, tuvieron lugar las fiestas públicas por el casamiento de María Antonieta con el Delfín, y la multitud aplastó en un dia á ciento treinta y dos personas. Aquí, sobre este suelo que pisamos, rodaron en el trascurso de tres años no cumplidos, mil quinientas cabezas de personajes célebres.
El orden que tienen en todas las funciones públicas es este: El cacique toma el primer lugar, el segundo es de los sacerdotes, el tercero de los médicos, el cuarto de los capitanes, y después de ellos se sienta el resto de la nobleza.
Como tú no lees nunca un periódico.... Ni falta que me hace... pero dímelo tú, anda. Pues es... así a modo de una... de una que habla con todos, supongamos.... ¿Que habla con todos?... ¿y te lo dijo en tu cara?... ¡El Dulce nombre de María! Pero no hablar por mal, tonta; si no es eso.... Es hablar de los deberes del pueblo, de lo que ha de hacerse; es istruir a las masas públicas....
Aun para los que desconocían los escabrosos detalles de estas relaciones públicas del marqués con la tierna recién casada, la circunstancia precisamente de la extremada juventud de su cómplice, le daba un aire de criminal corrupción de menores que causaba universal repugnancia.
De estas pesadumbres públicas venían hablando el de la barba larga, el anciano de rostro triste, y Juan Jerez, cuando este, ligado desde niño por amores a su prima Lucía, se entró por el zaguán de baldosas de mármol pulido espaciosas y blancas como sus pensamientos. La bondad es la flor de la fuerza.
De éstas, sólo La bizarra Arsinda, El conde Partinuples y La renegada de Valladolid se encuentran en el catálogo de la Huerta. Una descripción muy animada del bullicio y del tumulto, inseparable de las representaciones públicas teatrales, se encuentra en El día de fiesta, su autor D. Juan de Zabaleta. Dos partes: Coimbra, 1666.
Por los años de 1315 floreció el famoso FRANCISCO MAYRÓ, Religioso Franciscano, discípulo de Escoto, y, segun la costumbre de aquellos tiempos de poner títulos pomposos á los literatos insignes, conocido con el nombre de Doctor iluminado. Este introduxo en las Escuelas de París la costumbre, que aun hoy se mantiene en todas partes, de defender conclusiones públicas.
«Todavía, todavía dijo la cuitada con lúgubre tristeza , no sé, no sé... Quizás no haya nada... Me pasan cosas horrorosas... No me pregunte usted. Eso se queda para mí, para mí sola. Permítame usted que no diga una palabra más. Mi buen maridito es una alhaja... pero no me corresponde a mí contar sus proezas... Demasiado públicas son por desgracia... No se ría usted de mí si me ve llorar.
El domingo, dia de silencio y de recojimiento, en el que todo está cerrado, en el que no hay espectáculos, en el que á nada puede jugarse en los cafés, ese dia he visto en los jardines de Cremorne-Gardens la procacidad la mas descarada: en ese mismo sitio de recreo no habia música ni habia baile porque era domingo, pero no es ménos cierto, que á pesar de la religiosidad oficial, las mujeres públicas paseaban á centenares, ofendiendo escandalosamente la moral pública.
Palabra del Dia
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