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No hay una sola poblacion en toda España, comprendiendo las de tercero y cuarto órden, que carezca de un teatro y de un casino con gabinete de lectura. Un pueblo que lee y que concurre al teatro, tiene una educacion culta, y demuestra que es digno de ser estudiado por los viajeros que se proponen conocer el espíritu de un pueblo, primera aspiracion de todo el que viaja con un noble objeto.

A también me falta algo... No discurrir. ¿Nos habremos vuelto tontos o locos?... Lo que yo digo: ¿por qué nos niega D. Romualdo que su sobrina se llama Patros, que le proponen para Obispo, y que le regalaron un conejo? Lo del conejo no lo negó... dispense usted. Dijo que no se acordaba.

Fundados en esta su práctica de estado, pretenden que pueden favorecer á cualquiera que ellos quisieren y destruir al que les pareciere; y sirviéndose de una cubierta ó capa de religion para ser creidos, consiguen muchas veces su intento: y proponiendo ellos un sugeto á un principe, no hacen eleccion del mas benemérito, antes mas de ordinario se oponen al que lo es cuando conocen que no es su principal confidente, y así proponen siempre personas que son á propósito para sus intereses, sin reparar si el tal es afecto al principe, si benemérito ó capaz para dar buena cuenta y satisfaccion del oficio ó cargo que les dan, de que nacen casi siempre inquietudes en el príncipe, y alborotos y disgustos en el pueblo.

Encuentran en una aldea inmediata á un labrador, llamado Cloro, vivo retrato del Príncipe asesinado, y le proponen hacerse pasar por aquél y casarse de este modo con Irene, para cuyo fin le entregan las cartas, que servían de credenciales al muerto.

Fuera de esto, como conocen estos padres en lo que son interesados todos los príncipes, están bien informados de casi todo lo que cada dia se trata en sus mas secretos consejos, aquellos que fingen ser parciales ó confidentes de España, proponen al rei y sus principales ministros ciertas condiciones y consideraciones de estado muy importantes, que se las han enviado de Roma algunos padres políticos.

Para practicar su culto se juntan en la tienda del hechicero, el cual está escondido en un rincon de ella, donde tiene un pequeño tambor, una ó dos calabazas rodeadas de conchas, y algunas bolsas de piel pintadas, en que guarda los materiales de sus encantos: comienza la ceremonia haciendo un gran ruido con el tambor y calabazas; finge luego una epilepsia en que lucha con el diablo, que supone entra en él, teniendo los ojos levantados, las facciones torcidas, echando espuma por la boca, y sus coyunturas descompuestas; hasta que despues de varias y violentas mociones, queda recto y en disposicion de un hombre que se halla con epilepsia: despues de lo cual vuelve como que ha ganado la batalla contra el demonio, fingiendo dentro de su tabernáculo una voz desmayada, chillona y dolorida, como si fuera de un mal espíritu que se supone vencido; y finalmente, tomando una especie de asiento en tres pies, responde de allí á todas las cuestiones que se le proponen: que sea bien ó mal nada quiere decir, porque en caso de suceder lo último, se echa la culpa al demonio.

Así sucede que mi curiosidad por ver las cosas de Paris se va resfriando, á medida que me convenzo de que esto es un teatro en que todos se proponen engañar culta y graciosamente.

Al decir esto, sintió la Benina que se renovaba en su mente la extraña confusión y mezcolanza de lo real y lo imaginado. «Yo no si bizca o no bizca la sobrina... prosiguió la guardesa ; pero que el D. Romualdo es de tierra de Guadalajara. Es verdad... Y ahora se ha ido a su pueblo... Por cierto que le proponen para Obispo, y habrá ido a traer los papeles».

Cuando a un hábil arquitecto le proponen la fábrica de un suntuoso edificio, consulta la idea y voluntad del fundador, examina los materiales de que se ha de fabricar, el terreno en que ha de tener su asiento y las calidades del clima para precaver las principales habitaciones de las humedades, vientos nocivos y obstáculos que puedan impedirles la vista, y asegura toda la obra de los huracanes, terremotos y otros contratiempos que pueden sobrevenir, y principalmente consulta los fondos o caudales que se destinan para costear la obra; y considerado todo, y bien combinado, delinea el plano con todas sus dimensiones, y la perspectiva con todos sus adornos, y lo expone al gusto y censura del fundador y de otros críticos; y con sus pareceres pone en ejecución la obra, sin riesgo de que se malogren los gastos.

Se hacen ofrecimientos, se buscan influencias, se apalabran concesiones, se reanudan amistades, se dirimen odios y todos marchan al objeto que se proponen.