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La segunda, que no fuesen obligados á desterrarse de sus tierras los que quisieren vivir en el gentilismo, ó mantener muchas mujeres para su uso; y la tercera finalmente, que sus hijos no fuesen destinados al servicio de la Iglesia.

Las condiciones fueron, que se les señalase cuartel á parte donde pudiesen vivir juntos con sus familias, que de las presas se les diese la mitad de lo que se daba al soldado Catalan, que siempre que quisieren volver á su tierra pudiesen sin que se les hiciese violencia para detenerles.

-No -dijo creyendo a su imaginación, y esto, con voz que pudiera ser oída-; no ha de ser parte la mayor hermosura de la tierra para que yo deje de adorar la que tengo grabada y estampada en la mitad de mi corazón y en lo más escondido de mis entrañas, ora estés, señora mía, transformada en cebolluda labradora, ora en ninfa del dorado Tajo, tejiendo telas de oro y sirgo compuestas, ora te tenga Merlín, o Montesinos, donde ellos quisieren; que, adondequiera eres mía, y adoquiera he sido yo, y he de ser, tuyo.

Fundados en esta su práctica de estado, pretenden que pueden favorecer á cualquiera que ellos quisieren y destruir al que les pareciere; y sirviéndose de una cubierta ó capa de religion para ser creidos, consiguen muchas veces su intento: y proponiendo ellos un sugeto á un principe, no hacen eleccion del mas benemérito, antes mas de ordinario se oponen al que lo es cuando conocen que no es su principal confidente, y así proponen siempre personas que son á propósito para sus intereses, sin reparar si el tal es afecto al principe, si benemérito ó capaz para dar buena cuenta y satisfaccion del oficio ó cargo que les dan, de que nacen casi siempre inquietudes en el príncipe, y alborotos y disgustos en el pueblo.

Hácense odiosos a los bien entendidos, con el pueblo pierden el crédito, si alguno tuvieron, para admitir sus escritos y los vicios que arrojada e imprudentemente quisieren corregir en muy peor estado que antes, que no todas las postemas a un mismo tiempo están dispuestas para admitir las recetas o cauterios; antes, algunos mucho mejor reciben las blandas y suaves medicinas, con cuya aplicación, el atentado y docto médico consigue el fin de resolverlas, término que muchas veces es mejor que no el que se alcanza con el rigor del hierro.

5 Y si alguno les quisiere empecer, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que él sea así muerto. 6 Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren.

Díjole también Sancho: -Si acaso quisieren saber esos señores quién ha sido el valeroso que tales los puso, diráles vuestra merced que es el famoso don Quijote de la Mancha, que por otro nombre se llama el Caballero de la Triste Figura. Con esto, se fue el bachiller; y don Quijote preguntó a Sancho que qué le había movido a llamarle el Caballero de la Triste Figura, más entonces que nunca.

El Mahdí pudo más que él, y dicen que Gordon ha muerto, o lo tiene preso el Mahdí. Mucha gente anda por África. Hay un Chaillu que escribió un libro sobre el mono gorila que anda en dos pies, y pelea a palos con los viajeros que lo quisieren cazar. Livingstone viajó sin miedo por lo más salvaje de África, con su mujer.

Calla y no me repliques, sino ensilla, si está desensillado Rocinante: vamos a poner en efecto mi ofrecimiento, que, con la razón que va de mi parte, puedes dar por vencidos a todos cuantos quisieren contradecirla. Y, con gran furia y muestras de enojo, se levantó de la silla, dejando admirados a los circunstantes, haciéndoles dudar si le podían tener por loco o por cuerdo.

Las señoras que protegían la casa sosteniéndola con cuotas en metálico o donativos, eran admitidas a visitar el interior del convento cuando quisieren; y en ciertos días solemnes se hacía limpieza general y se ponía toda la casa como una plata, sin desfigurarla ni ocultar las necesidades de ella, para que las protectoras vieran bien a qué orden de cosas debían aplicar su generosidad.