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Estos odiosos trances por que han pasado cuantos escritores llegaron al teatro antes de haber conquistado en el libro ó en la Prensa un nombre respetable, constituyen los prolegómenos nada más que los prolegómenos de lo que propiamente podría llamarse «el dolor de estrenar»; Gólgota durísimo, Calvario de ingratitud, al que ningún autor, ni aun los privilegiados, puede estar nunca completamente seguro de haber subido.

Y los vicios, pasiones y ridiculeces de los personajes cómicos no traspasan jamás el límite más allá del cual se harían odiosos dichos personajes. La burla o la risa benigna que provocan, no les quita la estimación que les concedemos. Hasta el nuevo médico, que es el personaje menos estimable de toda la fábula, no llega a merecer nuestro desprecio.

¡Juramos, juramos todas! Pueden hacer con nosotras lo que les la gana; permaneceremos fieles. CLEOPATRA. Ahora estoy tranquila por nuestros pobres maridos. ¡Podéis dormir confiados, caros amigos!... Ahora, queridas compatriotas, designemos, conforme al deseo de esos odiosos romanos, una parlamentaria. Irá... ¡Y les sacará a todos los ojos! CLEOPATRA. No; y les dirá a esos cobardes la verdad.

Julio agregó, levantándose de improviso y corriendo como una loba hacia la puerta abierta de la habitación inmediata, que cerró con precipitación; Julio me repitió, yo he desairado a todos los hombres que vienen a esta casa, todos me son odiosos... Yo necesito un hombre joven, que me quiera, que me su alma, su corazón, en cambio de todo, de todo mi amor.

6 Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanán y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata, para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de la Siria de los ríos, y de la Siria de Maaca, y de Soba. 7 Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a su pueblo, los cuales vinieron y asentaron su campamento delante de Medeba.

Es verdad que á nuestros pobres envilecían los mismos privilegios que hacían odiosos á los ricos; pero ustedes, quemando con la luz que han dado á los primeros las prerrogativas de los segundos y dejando las fortunas como estaban, han hecho pobres orgullosos, y ricos que á ciencia y conciencia son sordos á la voz del infortunio, y ciegos al aspecto de la miseria.... ¡Luces, ilustración!...; todo estaría bien si á su claridad hallase pan el hambriento y abrigo el que tirita de frío; pero, desgraciadamente, la tan decantada luz sólo sirve para hacer más patentes la miseria y la opulencia, y más insoportable para el pobre este eterno contraste.... Si esto es una preocupación mía, que lo diga la historia política y social de Europa de algunos años á esta parte.

Y sin embargo, á pesar del daño inmenso que hizo durante tanto tiempo, no es lícito tampoco negar que libró á España, en aquella época, de los disturbios y desórdenes, que destrozaron por entonces á casi todos los países de Europa. Aun valiéndose de medios tan odiosos logró plenamente su objeto, que no era otro que defender el predominio del catolicismo, y oponerse á la extensión de la reforma.

Esas casamenteras de voluntades, como las llama Quevedo... pero no todo es del dominio del escritor, y desgraciadamente en punto a costumbres y menudos oficios acaso son los más picantes los que es forzoso callar: los hay odiosos, los hay despreciables, los hay asquerosos, los hay que ni adivinar se quisieran; pero en España ningún oficio reconozco más a menudo, y sirva esto de conclusión, ningún modo de vivir que menos de vivir, que el de escribir para el público, y hacer versos para la gloria: más menudo todavía el público que el oficio, es todo lo más si para leerlo a usted le componen cien personas, y con respecto a la gloria, bueno es no contar con ella por si ella no contase con nosotros.

Gran parte de su existencia la había pasado oyendo hablar de corridas; pero en los relatos de estas fiestas sólo veía lo externo, lo que ve todo el mundo: los lances del redondel, a la luz del sol, con brillo de sedas y bordados; la representación fastuosa, sin conocer los preparativos odiosos que se verificaban en el misterio de los bastidores. ¡Y ellos vivían de esta fiesta, con sus repugnantes martirios de animales débiles! ¡Y su fortuna había sido hecha a costa de tales espectáculos!...

Sentimiento tristísimo de la naturaleza que me hace odiosos el mundo ruidoso y frívolo y los atractivos de una sociedad vanidosa; sentimiento profundo de las bellezas del mundo físico, sentimiento que desarrollan en los poetas y novelistas románticos.