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Con todo esto, diéronme de comer, que estaba transido de hambre, y apenas me pudieron remediar. Y ansí, de poco en poco, a los quince días me levanté y estuve sin peligro, mas no sin hambre, y medio sano. Luego otro día que fuí levantado, el señor mi amo me tomó por la mano y sacóme la puerta fuera y, puesto en la calle, díjome: "Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío.

piensas, como noble princesa que eres, en que este criado tuyo no es indigno de ser tu marido, y yo no pienso que haya logrado merecerte. Y en lo que ni yo ni pensamos es en que el rey tu padre y este gigante infeliz tienen tan pobres... Cállate dijo la princesa; aquí está mi mano de esposa, marqués Meñique. ¿Qué es eso que piensas de , que lo quiero saber? preguntó el rey.

Dexa, señora, el cargo á Silvia dello, Que tu verás lo que mi industria hace Por gusto tuyo y por provecho mio. Salen los tres morillos, y los cautivos, que van unos por agua y otros por leña, que son SAAVEDRA, SEBASTIAN, PEDRO ALVAREZ. Don Juan no venir, y no fuxir, aca morir. Aca morir. Aca morir, no fuxir, aca morir.

Si crees que la desgracia de tu padre te va á dejar sin honra, si lo crees así, si de ello estás convencido, ¿por qué no eres el suicida? Responde, hijo cobarde, ¿por qué no eres quien coge el puñal? ¿Por qué tu padre ha de ser víctima de una opinion tuya, de un juicio tuyo? ¿Por qué ha de ser el caballero andante de tus ideas romancescas?

La Reina le respondió: Porque Dios es padre de ellos, lo mismo que lo es tuyo. Entonces replicó Buby aun más pensativo seremos hermanos... , hijo mío; son tus hermanos.

Tuyo, tuyo, dueño mío, que mi padre lo mandó, para llevarte a la boda de mi hermana la mayor. Que con el aretín, que con el aretón. Viva tu padre mil años, que trabucos tengo yo. ¿Quién ha sido el atrevido que en mi casa se acostó? Que con el aretín, que con el aretón. Es una hermanita mía, que mi padre la mandó para llevarme a la boda de mi hermana la mayor. Que con el aretín, que con el aretón.

Sin hacerle un reproche, le ofrecí la mano. ¿Me guardas rencor, Magdalena? Mucho. Sin embargo, te juro que ha sucedido a pesar mío... De modo que te casas a pesar tuyo... No... lo confieso... Pero... ¿Cómo diré yo?... Al principio no pensé en tal cosa. Sin duda dije con amargura. Sin pensar, estuviste provocadora y coqueta.

4 Y el rey de Israel respondió, y dijo: Como dices, rey señor mío, yo soy tuyo, y todo lo que tengo. 5 Y volviendo los mensajeros otra vez, dijeron: Así dijo Ben-adad: Yo te envié a decir: Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me darás.

Para sentirla, basta un buen corazón como el tuyo y el mío; para pintarla con su verdadero colorido, se necesita la fresca imaginación de un poeta y yo no la tengo.

El enamorado Jacinto llega á tu presencia y con voz apagada te pide el escapulario. Entonces, empujando á Maripepa que iba á tu lado, le dices: «Dale el tuyo, querida, que el mío ya lleva sobrados besos». Jacinto se ve obligado á besar el escapulario de la horrible coja, mientras ríes malignamente. La romería del Carmen.