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Mientras llegaba el momento de la ascensión, su vida no podía ser más triste. En vez de ingeniarse, como le aconsejaba su padrastro, para conquistar el pan, leía y leía por el gusto de saber, como un gran señor que tuviera asegurada la existencia y todos sus caprichos. Cercenaba su alimento para poder pagar con retraso las cuotas del Ateneo.

La asociación llamada Limosna de la luz tenía por objeto reunir, mediante modestas cuotas mensuales, fondos para llevar diariamente, en nombre de los hermanos, determinado número de velas de cera al templo donde se adorase a la Santísima Virgen en cualquiera de sus advocaciones; pero como los asociados eran muchos y pocas las velas necesarias, al cabo de cada mes quedaba en caja un sobrante respetable, que se destinaba a misas por los hermanos difuntos, funciones de iglesia, novenas, actos de desagravio al Señor por las injurias de los impíos, ofrendas al Santo Padre y regalos a templos o capillas pobres, que consistían algunas veces en objetos de metal para el culto o donaciones para mejoras, pero que generalmente eran de ropas sagradas.

Las señoras que protegían la casa sosteniéndola con cuotas en metálico o donativos, eran admitidas a visitar el interior del convento cuando quisieren; y en ciertos días solemnes se hacía limpieza general y se ponía toda la casa como una plata, sin desfigurarla ni ocultar las necesidades de ella, para que las protectoras vieran bien a qué orden de cosas debían aplicar su generosidad.

Y para que se vea que participamos en la direccion de la academia, continuó Makaraig, se nos comete la cobranza de las contribuciones y cuotas, con la obligacion de entregarlas despues al tesorero que designará la corporacion encargada, el cual tesorero nos librará recibos... ¡Cabezas de barangay entonces! observó Tadeo. Sandoval, dijo Pecson, allí está el guante, ¡á recogerlo!

Era también de cuenta del mayordomo dar las candelas, que serian de á dos libras de buena cera blanca «con el pauilo ques de vso e costumbre desta çibdad» dando una á cada oficial y que las que sobrasen se pusieran en el castillo. Fíjanse luego las cuotas que pagaría cada uno de los que fueran en la procesión con el gremio, 26 de Abril de 1530.