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Pero el brazo derecho del jinete, destrozado por una bala, colgaba inerte a su lado. Sin disminuir la velocidad, cambió las riendas a su mano izquierda. Algunos momentos más tarde viose obligado a parar y a apretar la cincha, que, mal asegurada, podía estúpidamente lograr lo que no habían conseguido el peligro ni el ataque. Esta operación requirió unos minutos de suprema angustia.

Repicaron las campanas y sonaron los instrumentos músicos en demostracion del general regocijo, y se tributaron á Dios las debidas gracias. Murió el celoso obispo con el consuelo de ver asegurada la conclusion de la grande obra, si bien no alcanzó á verla decorada y en disposicion de poderse celebrar en ella el culto.

Desde el instante en que la mercancía entra al depósito en el Dock, queda avaluada por peritos, asegurada y bajo la responsabilidad de los empresarios del mismo Dock.

Es pues indispensable que por partes se emprenda, dejando siempre asegurada la retaguardia y los víveres que han de servir á los puntos que se avanzan, ademas de cubiertas las haciendas.

Cualquiera de ellos que obtenga el primer premio tiene su carrera asegurada. ¿Voy yo, que soy rico, gracias á mi padre y á usted, á servir de obstáculo á ese porvenir que puede ser tan fecundo y tan dichoso? Puedo hacerlo, materialmente, pero moralmente no tengo ese derecho.

Aprovechando un momento de descuido, una de las hembras pudo huir, sin ser vista, yendo á refugiarse al convento de San Francisco de Paula, según después se supo, y ya bien asegurada la otra, dijo llamarse Leonor de Silva, ser casada con un sujeto de nombre Juan Ruíz, del cual no sabía nada hacía tres meses, pero tenía noticias de que vivía con unas hermanas suyas en la calle del Azafrán.

Bonis estuvo tentado a oponerse, a inaugurar aquella energía que estaba decidido a poner en práctica en adelante, pues estaba asegurada, o poco menos, la descendencia.

»No quiere decir ésto que la salud esté allí asegurada; y es indudable la necesidad de observar buen régimen higiénico, sobre todo para combatir las humedades y para no aspirar las frecuentes evaporaciones de la tierra que se verifican inmediatamente después de llover». Vientos.

Pensé en lo que podía suceder si llegaba mi marido a concebir ciertas dudas, y comencé a arrepentirme de haber engañado a ese hombre para tan bueno... En aquellos momentos descendió sobre la gracia del cielo y mis ojos se abrieron a la luz; tuve horror de mi conducta y he tratado de hacerla olvidar, humillándome ante Dios y confesando mis pecados... He cumplido las más duras penitencias que se me han impuesto, y nada eran si las comparaba con la angustia que me oprimía el corazón a la sola idea de que mi marido llegase un día a descubrir mi crimen... Cuando creía acabado mi suplicio, perdonada mi falta, asegurada por completo mi tranquilidad, surge usted de nuevo en mi camino... Al verle comprendí que mi verdadero sufrir comenzaba ahora y ya ve cómo no me he engañado... ¡Dios mío, Dios mío! ¿Será preciso que...? En fin, le he dicho la verdad, toda la verdad, señor Delaberge, y pues la sabe usted ya, yo se lo ruego juntas las manos, sea usted bueno y honrado: haga como si nada supiese y déjenos...

Considera que tu padre es ya muy anciano, que pronto acaso tendrá que rendir el inevitable tributo que a la naturaleza rendimos todos, y que te dejará dueño de un nombre respetadísimo en este país y de cuantiosos bienes de fortuna. ¡Cuánto se alegraría tu padre de ver, en vida, asegurada en más extenso porvenir su sucesión y en contemplar y acariciar a los legítimos y preciosos nietos que puedes y debes darle!