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PASTEL DE MERLUZA. Se toma medio kilo de merluza fresca, se quitan las espinas y la piel y se pica. Se fríe un cuarto de lata de tomate, se pasa por un pasador y se rehoga en él la merluza. Se baten tres huevos enteros, se mezcla bien con la merluza, y en un molde se mete al horno hasta que se dore, sirviéndose con salsa mayonesa. Se preparan aparte filetes de merluza sin espinas ni piel.

Ostras: don Quintín desprende de sus conchas las primeras con el cuchillo, hasta que al ver emplear a don Juan el tenedorcillo ad hoc, le imita torpemente, pensando mientras come: «¿Quién sería el primero que probase esta porqueríaBenigno presenta una fuente, y al mismo tiempo dice don Juan: Huevos al plato. Don Quintín, sirviéndose, reflexiona: «¿Pues dónde los había de poner

El chico prosiguió: Esa joven, que el señor llama Linilla, es hija de un militar, y el P. Herrera la recogió en un mesón; es huérfana, no tiene ni padre ni madre.... Pues ¡yo no me acuerdo de eso!... dijo la señora con mucha calma, sirviéndose una tajada de rosbif. ¡Ah que mamá! ¡Pues yo me acuerdo!

Entonces se le ocurrió que el medio mejor para impedir que Francisco y Simón llegasen a más íntimas amistades era separar a aquellos dos hombres por medio de los celos, sirviéndose de la señora Liénard como de un seguro elemento de discordia. En el fondo temía la influencia que pudiera ejercer en su hijo la propietaria de Rosalinda.

En lo general, aunque se ven variedades graciosas en los colores y las formas de los adornos, el trabajo que se ostenta en todos los salones y recintos de la Alhambra es tan homogéneo en su genio ó su estilo, y aún en su ejecucion, que no revela riqueza de fantasía en el artista, sino la mano paciente de un artesano imitando un modelo invariable, ó sirviéndose de moldes para estampar en el yeso los labrados ó arabescos.

Mas sea por esta razon ó por cualquiera otra, es un hecho notable el abandono casi universal que se hace poco á poco de un gran número de medicamentos, y la facilidad con que se limita á paliativos en una multitud de males que se ha renunciado á curar, y á los cuales no se opone mas que la paciencia, si las cataplasmas, los baños é infusiones molestan por su inutilidad. ¿Estará el hombre destinado á padecer esa multitud de enfermedades crónicas, sin haber recibido del Creador la inteligencia para buscar los medios de curarlas? ¡No ciertamente! y si el práctico despues de haber comprendido la importancia de nuestros estudios para cada medicamento, quiere completarles mas con las colecciones especiales de patogenesias sirviéndose al efecto de nuestras indicaciones, bien pronto tendrá la satisfaccion de reconocer que dispone de una multitud de medios eficaces, no solo contra las enfermedades agudas y crónicas que ha convenido tratar, sino tambien contra esa multitud de males que se ha renunciado á combatirles, y cuya rebeldía y formas incesantemente variadas, le conducen en su despecho á acusar de incompleta la materia médica de nuestros dias.

Bien poseído estaba el marqués de la suntuosidad del aparato escénico, así como de la intachable corrección con que iban sirviéndose a sus comensales los prodigios de su cocinero y los tesoros de su bodega; y por estarlo tanto, andaba más atento a inquirir si ese mismo sentimiento se traslucía en los gestos de sus comensales o en las palabras sueltas del incesante rumor que henchía la estancia, que a responder atinadamente a las frases con que algún colateral, creyendo acertar mejor así, intentaba llevar su atención al asunto ocasional del banquete.

He visto enormes excavaciones practicadas por montañeses en lo más alto de una punta de rocas oculta por las nieves durante nueve meses del año. Aquella punta estaba consagrada á un santo que, como protector del monte, había sucedido á un dios pagano. Todos los veranos volvían los buscadores de tesoros á ahondar en la cima, sirviéndose de las palabras y de los gestos sacramentales.

Digan en fin que son reyes sobremanera cristianos aquellos que contra lo que manda Jesucristo, oprimen á las personas en quienes no ha entrado aun la verdad de la fe, creyendo que los entendimientos de los humanos pueden ser llevados por la violencia á lo que les repugna, i sirviéndose para convencer á sus contrarios, no de la razon que nos distingue de los brutos i feroces animales, sino de la fuerza que es la que con ellos nos iguala.

El artista que solo se propone halagar las pasiones, corrompiendo las costumbres, es un hombre que abusa de sus talentos y olvida la mision sublime que le ha encomendado el Criador, al dotarle de facultades privilegiadas que le aseguran ascendiente sobre sus semejantes; el orador que sirviéndose de las galas de la diccion, y de su habilidad para mover los afectos y hechizar la fantasía, procura hacer adoptar opiniones erradas, es un verdadero impostor no ménos culpable que quien emplea medios, quizas mas repugnantes, pero mucho ménos peligrosos.