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Díjole ella que aquel señor era uno de los a quien su ama servía; y preguntándola Cervantes cuáles fueran estos servicios, ella le nombró una cáfila de ellos tal, que sin más información quedaron hechas todas las alabanzas, y representados todos los méritos de la tía Zarandaja, y que eran tales, que si la Inquisición o la justicia ordinaria los hubieran sabido, no los hubieran premiado con menos que con quemarla viva, o enrodarla y descuartizarla; en lo tocante al señor que acababa con la tía Zarandaja de encerrarse, dijo la moza que su ama le traía engañado, chupándole los dineros con la promesa de embrujar y hechizar, para que le amase, a aquella misma señora que vivía en la vecindad, y que poco antes había estado allí.

Junto a Ramiro una aldeana harto hermosa, con retintos cabellos achatados sobre la frente y las orejas cubiertas por grandes conos de plata, gritaba sin descanso: «¡A hechizar demonios! ¡A hechizar demoniosReligiosos de todas las órdenes se ponían de pie en las graderías y levantaban las manos para acallar a la muchedumbre.

Bien que esto me matará dijo ella. ¿Pero qué importa? Mi vida poco vale. Eso es mejor que hacerlo desgraciado. La fiebre es la que te hace hablar así, Marta exclamé, pues no te creo tan tonta como para dejarte hechizar por los melindres de esa vieja bruja. Siento demasiado que dice la verdad dijo ella.

Además, un mozo de mulas que viajaba con esa gente dijo el clérigo me aseguró que la hermosa morisca, valiéndose de un bebedizo diabólico, había logrado hechizar a uno de los mancebos más bizarros y piadosos de de ciudad tan cristiana, haciéndole renegar en poco tiempo de la fe de Nuestro Señor Jesucristo y entrar en la conjura.

El artista que solo se propone halagar las pasiones, corrompiendo las costumbres, es un hombre que abusa de sus talentos y olvida la mision sublime que le ha encomendado el Criador, al dotarle de facultades privilegiadas que le aseguran ascendiente sobre sus semejantes; el orador que sirviéndose de las galas de la diccion, y de su habilidad para mover los afectos y hechizar la fantasía, procura hacer adoptar opiniones erradas, es un verdadero impostor no ménos culpable que quien emplea medios, quizas mas repugnantes, pero mucho ménos peligrosos.

Debe de ser decía para una mujer diabólica, hermosa, discreta, poseedora de infernales recursos, cuando ha logrado hechizar y embobar al Conde, que no es ningún chico inexperto ni ningún majadero. Con estas y otras parecidas reflexiones la Marquesa se atormentaba casi de continuo.