United States or Gibraltar ? Vote for the TOP Country of the Week !


Le repitió las señas y le dió las buenas noches. La huérfana se retiró muy agradecida. Al fin encontraba la dirección de aquella maldita calle. Tomó por el camino indicado y bajó la cuesta de los Consejos. ¡Qué triste y pavoroso lugar! El piso parece que huye bajo los pies del transeúnte: tal es la pendiente.

Yo no sirvo para estas cosas clamó Salomé volviendo el rostro. No puedo, no puedo oír esto. ¿Que usted no ha permitido...? ¿Todavía tiene atrevimiento para negarlo? Yo ... yo no niego contestó la huérfana muy consternada. Pero yo, ¿qué culpa tengo de que ese hombre...? ¿También le quiere usted disculpar á él? Esto nos faltaba que ver.

Bien lo , pero lo que pretende es imposible...» Y se levantó para acompañarme... Entonces tuve un acceso de debilidad, el primero desde que era huérfana; hasta ese día había sido fuerte, pero sentía agotado mi valor. Sufrí un ataque de nervios y de lágrimas. Me repuse, al fin, y partí.

Allí iba la huérfana desolada, con el rostro oculto entre las manos. Las demás personas que iban con ella se reían de verla así. Lázaro la nombró, la llamó dando un fuerte grito, y sin darse cuenta de ello corrió tras el coche larguísimo trecho, hasta que el cansancio le obligó á detenerse. La diligencia desapareció.

Vuélvete acá... ¿Qué es de ? ¿Qué me aconsejas? ¿Qué me dices?... ¡Qué ganas siento de llorar! Sola, sin nadie que me diga una palabra de consuelo... ¡Oh!, ¡qué amiga me he perdido!... Mauricia, no estés más entre las ánimas benditas, y vuelve a vivir... Mira que estoy huérfana, y yo y los huerfanitos de tu asilo estamos llorando por ti... Los pobres que socorrías te llaman.

«Me a pensar en mi suerte. Me solo en el mundo, sin padres, sin parientes, sin amigos. ¿Quiénes me amaban? Dos ancianas que estaban, sin duda, a orillas del sepulcro; un pobre médico, rendido al peso de los años; un buen servidor; un maestro de escuela, enfermo y miserable; una niña desgraciada, huérfana, condenada a padecer.

Pero de pronto advirtió el ruido de los pasos de la que la seguía; volvióse; vió aquel bulto que en medio de la noche andaba tras ella, y lanzándose en súbita carrera empezó á gritar: ¡Madre, madre: brujas, brujas! La huérfana sintió entonces más claros los gritos de las mujeres, y llegó también á creer que había brujas por allí.

Yo se lo agradezco á usted; pero cuando se vaya dijo la huérfana. ¡Qué modo tan raro tiene usted de favorecerme, asustándome de esta manera y comprometiéndome! ¡Ah! Váyase usted, por Dios. Van á llegar y le van á ver aquí. ¡Jesús, qué hombre! No vendrán. La procesión es larga. ¿Pero si viene él? ¿Quién es él? El viejo. Ese primero muere que venir. ¿Pero si le ve á usted la vecindad?

Tenía veintitrés años, era huérfana, y su fortuna la apreciaban como una de las más grandes de Rusia. El primer príncipe Lubimoff, pobre y hermoso cosaco, que no sabía leer, logró llamar la atención de la gran Catalina, figurando á la cabeza de sus amantes de segundo orden.

Quiero a la tía Liette tanto como si fuera mi madre. Y bien se ve que ella le quiere a usted como a un hijo. Son ustedes los dos muy felices. Yo también me quedé huérfana muy pequeñita, pero no he tenido segunda madre. Mi tío es excelente y me quiere mucho, pero es un hombre.