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Pero hay una lengua, un acento universal y formidable que domina y hace callar á las demas lenguas: la del océano.... Al pié del poderoso dique se extiende la vasta playa destinada para los baños de mar.

La moderna necesidad de los baños de mar, dejando despoblado á Madrid los veranos, llenó de madrileños nuestra capital; y su buen tono, convencido de que para vivir á la moda era preciso salir á bañarse dió en irse á Ontaneda á remojarse en sus nauseabundas aguas; pues no era cosa de largarse á otro puerto de mar cuando tenía uno de los mejores en su casa.

Pero contra lo que esperaba, el cominero no habló una palabra de viaje a la mañana siguiente. Levantose tarareando y parecía olvidado del asunto. En vano Rosalía le pinchaba, echando pestes contra los baños de los Jerónimos y quejándose de un calor mortífero.

No tardó en abrir los ojos, y al ver el demudado semblante del joven inclinado sobre ella, sonrió dulcemente, y le dijo de modo que nadie lo oyó más que él: Gracias, señor marqués... ¡No se estaba tan mal allá abajo! Así que llegaron al Moral se enjugaron en casa de unos amigos, que allí estaban tomando baños, y se echaron encima la primer ropa que les dieron.

La casa de baños de San Ildefonso existió hasta 1762, época en que ya habían desaparecido las otras dos que también pertenecían á la época árabe y que estaban situadas la primera en la hoy calle de Aposentadores en San Juan de la Palma, y la segunda en el lugar que ocupa la capilla de Jesús en la calle Marqués de Tablantes, antes de los Baños.

Alegre, rozagante, como nuevo volvió de los baños de Termasaltas el señor Arcediano don Restituto Mourelo, dispuesto a emprender otra campaña, que esperaba fuese la última y decisiva, «contra el despotismo del simoníaco y lascivo y sórdido enemigo de la Iglesia que, apoderado del ánimo del señor Obispo, tenía sojuzgada a la diócesis». Con esta perífrasis aludía al señor Provisor el diplomático Glocester.

Quintanar al ver a don Álvaro suspiró, le tendió ambas manos, después de dejar un libro negro sobre la mesa y exclamó: ¡Oh mi queridísimo Mesía! ¡Ingrato! cuánto tiempo sin parecer por aquí... Vengo a despedirme. Me voy a dar una vuelta por las provincias, después a los baños de Sobrón y a mediados de Agosto estaré de vuelta en Palomares, por no perder la costumbre.

A pesar de todo, fuerza es confesar que en verano hacía entonces en Aratispi un calor de todos los demonios. Echeloría quiso, con razón, tomar algunos baños de mar, y su padre la llevó a un puerto muy bonito, cerca de Málaga, que D. Juan Fresco y yo calculamos que debió de ser Churriana. Naturalmente Mutileder fue a Churriana también, acompañando a su futura.

Por último, todo gasto le pareció exorbitante y, cuando el médico habló de hidroterapia y en la casa de baños dijeron que llevar a domicilio un aparato necesario costaba un duro por cada viaje, fue de opinión contraria al remedio, tronando por vez primera contra las invenciones de ahora.

El capista se encogió de hombros; Isagani de mala gana le siguió. El P. Fernandez, aquel fraile que vimos en Los Baños, esperaba en su celda grave y triste, fruncidas las cejas como si estuviese meditando. Levantóse al ver entrar á Isagani, le saludó dándole la mano, y cerró la puerta; despues se puso á pasear de un estremo á otro de su aposento. Isagani de pié esperaba á que le hablase.