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El artista que solo se propone halagar las pasiones, corrompiendo las costumbres, es un hombre que abusa de sus talentos y olvida la mision sublime que le ha encomendado el Criador, al dotarle de facultades privilegiadas que le aseguran ascendiente sobre sus semejantes; el orador que sirviéndose de las galas de la diccion, y de su habilidad para mover los afectos y hechizar la fantasía, procura hacer adoptar opiniones erradas, es un verdadero impostor no ménos culpable que quien emplea medios, quizas mas repugnantes, pero mucho ménos peligrosos.

Aquellos hombres, que habían visto sin alarmarse, durante muchos años, cómo cundían y se propagaban ciertas tendencias niveladoras, y cómo se iba rebajando poco a poco el carácter nacional, corrompiendo aquel conjunto de cualidades que un día hicieron del tipo español «el modelo proverbial de los caballeros»; aquellos hombres, digo, que habían visto todo esto y mucho más, sin temblar por el día siguiente, observaron una vez que las predicaciones, que las tolerancias, que las concesiones, que toda aquella política de ancha base que encomiaban a destajo y en la cual creían sin conocerla, estaba dando ya sus frutos naturales y lógicos; que aquellas muchedumbres por las que nada habían hecho ellos nunca, y de las que jamás se habían acordado sino para explotar su trabajo a cambio de un mezquino pedazo de pan, se alzaban imponentes, en virtud de las alas que les prestara una libertad mal entendida; que aquella canalla, como ellos llamaban a la multitud desheredada cuando ésta era dócil, se aprestaba, con la tea en la mano, a imponerse al mundo entero y a transformar, en un instante dado, el modo de ser de la familia y de la sociedad.

Por más que hizo, nunca se pudo lograr de Soledad que admitiese en ella á su hermano. Insistía la joven en que Miguel volviese á Medina para hacer compañía á su madre, ya que en Cádiz llevaba una vida de perdido y se estaba corrompiendo cada día más.

Los bufos vinieron de París; en los bufos suele bailarse el cancán; los bufos gustan en Francia; Francia ha sido vencida por Alemania en la última guerra; luego los bufos, enervando y corrompiendo a la nación, han tenido la culpa de la derrota. Esto se ha dicho ya en todos los tonos, y sobre esto se han escrito profundas disertaciones.

De esta enfermedad de la imaginacion deben tener noticia y procurar conocerla los directores espirituales de las almas, porque de ella nacen casi siempre las conciencias escrupulosas, corrompiendo poco á poco en ellas la imaginacion al juicio. Quando la enfermedad del celebro de tal suerte vicia la imaginacion que comunique el daño al juicio, se sigue la locura, ó bien melancólica, ó maniática.

Si la santa fe de nuestros padres no estuviera tan perdida; si las perversas doctrinas del filosofismo francés no nos hubiesen inficionado, ese hombre, en vez de vestir el honroso uniforme de la marina, vestiría el sambenito; en vez de andar libre por ahí, piedra de escándalo, fermento de impiedad, levadura del infierno, corrompiendo lo que aun en el cuerpo social se conserva sano, estaría en los calabozos de la Inquisición ó ya hubiera muerto en la hoguera.

Juana la Larga fue declarada una largartona de primera fuerza; Juanita, una moza extraviada que estaba ya pervirtiendo y corrompiendo las buenas costumbres, y don Paco, un viejo chinadísimo, a quien hija y madre ponían en ridículo e iban a chupar cuanto poseía.

La juventud de ayer se va corrompiendo: unos se enervan, otros retroceden y algunos se venden por falta de fe. Señores, vamos á Vicentini dijo el Doctrino, llevándose á sus amigos. ¿Qué Vicentini? A La Cruz de Malta. Allí hay muchos aragoneses, todos son aragoneses. Este no viene sino á la Fontana dijo Javier, señalando á su amigo. Viva la Fontana, el rey de los clubs!

Así escriben este suceso Posevino en su Aparato sacro, i Luis de Páramo en su Origen de la Inquisicion, autores antiguos i fanáticos: lo cual prueba bien claramente cuanto se engañan aquellos autores que corrompiendo la verdad creen que este suceso es invencion de los estranjeros para manchar la buena fama de los Reyes Católicos, ó por mejor decir, de Fernando V. El mismo Torquemada, orgulloso con haber estorbado los designios de este favorables ya á los desventuradisimos hebreos, dió un furibundo edicto en que vedaba, conminando con los mas fuertes anatemas á los que caminasen en contrario, que ningun cristiano, pasado el plazo señalado en la real cédula, diese alimento ni otra cosa á los judíos que aun no se hubiesen convertido á la fe de Cristo.

Importunábale el ruido de los coches que entraban de noche en casa de Zadig, pero mas le enfadaba el de las alabanzas que de él oía. Iba algunas veces á su casa, y se sentaba á la mesa sin que le convidaran, corrompiendo el júbilo de la compañía entera, como dicen que inficionan las arpías los manjares que tocan.