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Estaban jugando bajo un gigantesco grupo de castaños, saltando sobre un espeso tapiz de musgo aterciopelado, donde el sol y las sombras del ramaje formaban maravillosos arabescos. Al llegar el carruaje cerca de aquel sitio, mandó parar, bajó, y acercándose a los niños y conociéndolos, porque a su lado estaba la mujer del colono, los envolvió en una mirada indefinible.

En la plaza principal está la magnífica catedral de orden romano, con su enorme cúpula recortada en arabescos, único modelo que yo sepa que haya en la América del Sur de la arquitectura de la Edad Media.

Ya se discernía la forma de montañas, árboles y chozas; la noche se retiraba barriendo las tembladoras estrellas, como una sultana que recoge su velo salpicado de arabescos argentinos. El estrecho segmento de círculo de la luna menguante se difumaba y desvanecía en el cielo, que pasaba de obscuro a un matiz de azul opaco de porcelana.

Son de forma apuntada en ondas semicirculares, adornados de arabescos iguales á los de la mezquita, y á uno de ellos le sostienen dos columnas de once palmos de altura, que aunque maltratadas y ennegrecidas, manifiestan ser de mármol de Albalate: los restos de una de sus bases acreditan haber sido de alabastro de Escatron.

Los viejos se apoyaban en gruesos cayados de Liria, amarillos y con arabescos negros; la gente joven mostraba arremangados los brazos nervudos y rojizos, y como contraste movía delgadas varitas de fresno entre sus dedos enormes y callosos. Los enormes chopos que rodeaban la taberna daban sombra á los animados grupos.

En el fondo de esos pasajes, llenos de labores y arabescos, de columnitas de jaspe y curiosidades, es donde son mas pintorescos los grupos populares, y donde la granadina, de ojos negros, vivos y picantes, ejercita con mas arte sus provocaciones para con el extranjero y sus pequeñas astucias de mercader.

Capítulo II. Aspecto esterior e interior de Teruel. La puerta de San Salvador. La de la Anda-quilla. La de la Traición. El auto de fe. El Acueducto de Teruel. Vista por fuera la ciudad de Teruel admira por su posición soberbia y por la magestad de sus altas y moriscas torres coronadas de caprichosos arabescos y levantadas sobre arcos que por su pie abren paso a la calle con pintoresca osadía.

La primera es admirable por sus mosáicos primorosos, y contiene entre mil arabescos los símbolos sencillos de la religion mahometana. La de los Reyes, obra de imitacion, contiene maravillas de escultura oriental en sus estucos, su techumbre de yeso y colores á estilo de la Alhambra, y sus arabescos finísimos.

Llega al número 206 de la calle de Richelieu: es una casa que parece habitada por comerciantes; pregunta al portero: «¿Hace el favor de decirme dónde vive la señora baronesa de BoelEl portero le mira de un modo extraño: «En el primero, pasado el entresuelo; hay una placaEn efecto; en el primero de la derecha, una puerta se adorna con una gran placa de cobre, cubierta en sus cuatro picos de arabescos multicolores; en el centro se lee esta sola palabra: Boel.

La gran portada morisca del Perdon, cuajada de arabescos y situada bajo la torre de construccion española, da entrada á un espléndido patio claustrado, que pueblan centenares de antiquísimos y corpulentos naranjos. Mide ese patio 100 metros de longitud y 65 de latitud, y en sus claustros ó galerías abundan los relieves y otras curiosidades artísticas.