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Y todo ese conjunto informe, semejante á un inmenso monton de peñascos despedazados, dominado por algunas cúpulas moriscas, por una infinidad de azoteas y miradores irregulares, enclavados sobre hileras de ventanillas y troneras y de lienzos de muros dentellados. Al derredor de lo que fué la Valencia moruna está la Valencia española y los arrabales.

Cancionero de Gómez Manrique, tomo II. Historia de la literatura y del arte dramático en España, por Adolfo Federico, conde de Schack, tomo II. Leyendas moriscas, tomo II. Estudios históricos, por D. Aureliano Fernández-Guerra. Novelas de Salas Barbadillo. Los pedidos de ejemplares ó suscriciones se harán directamente á la librería de D. Mariano Murillo, calle de Alcalá, 7. Véase la obra del Dr.

Lo demas es un laberinto de calles tortuosas y estrechas, de edificios desiguales, caprichosos, muchos de ellos de formas extravagantes, de cuyo enjambre se destacan algunos cocoteros centenarios é históricos, multitud de palacios ó casas primorosas del mismo estilo que las que observé en Cádiz, y una masa informe de miradores, azoteas, torrecillas y construcciones moriscas, en cuyo fondo parduzco brillan las torres y las cúpulas de numerosas iglesias de estilo arábigo, lucientes y pintorescas á causa de los techos en forma de escama formados con pequeñas tejas de colores entremezclados.

En el barrio de Pantao hubo un arsenal en el que hasta principios de este siglo se construyeron buenas y sólidas embarcaciones. El lugar que ocupó el astillero lo indican dos cañones de hierro de grueso calibre, que en otros tiempos resguardaron aquel puerto de las piraterías moriscas. El vecindario de Libon con sus barrios llega á 3.666 almas, tributando 1.882 en 21 cabecerías.

Dice así el bando: «En la muy noble e muy leal ciudad de Seuilla, Viernes quatro días del mes de Nouiebre, de mil e quinientos y sesenta y nueve años, estado ayutados en las casas dl cabildo desta ciudad, según que lo han de vso y costumbre, el muy magnífico señor Doctor Juan de Lieuana, Theniente de Assistente, y algunos de los señores Regidores, e Jurados della, en el dicho Cabildo, fue vista y leyda vna ordenança fecha por los señores Fieles Executores desta ciudad, su thenor de la qual, y de lo que la ciudad en razon dello passo, y de ciertos autos de pregones que estan al pie de lo proveydo por la dicha ciudad es esto que se sigue: Por quanto en esta ciudad ay muchos negros, y negras, y moriscos, y moriscas que son esclauos y esclauas captivas: y con las ocasiones que ay en ellas de tauernas y bodegones se entran en ellas á comer, y beuer, y se emborrachan, y hazen mal acondicionados, y soberuios, y borrachos, y hazen y cometen delitos que todo redunda en daño y perjuyzio de sus amos: por que gastan sus haziendas en librarlos de las trauesuras y delictos que hazen, y no son en prouecho para seruir: y lo que es peor, que como los dichos esclauos se hazen tan á vizios e viciosos con la ocasión de las dichas tauernas e bodegones que toman y hurtan á sus dueños dineros y ropas, hasta las mantas y aderezos de los cauallos y mulas, y lo que hallan en sus casas y aun se estienden á hazer otros hurtos, todo para comer y beuer en las tabernas y bodegones y los mismos tauerneros y bodegoneros, y sus mugeres e hijas, e personas que tiene en las tauernas y bodegones se lo compran y toman empeñado, y en prendas del dinero que dan sobre ellas, á los dichos esclauos y esclauas por el vino y comida que les da.

Las crónicas de la Edad Media oriental, los libros de caballerías bizantinos, los cuentos paladinescos de los árabes, no tenían aventura más imprevista y dramática que la expedición de estos argonautas procedentes de los valles de los Pirineos, de las márgenes del Ebro y de las moriscas huertas de Valencia.

La esclavitud, el deshonor y el incendio, eran las consecuencias á que se entregaba el vencido, de aquí el que las resistencias fuesen tan tenaces como el ataque. En el poético canal que se abre frente á Albay y que divide la isla de Bataan de la de Cagraray, achacoso y octogenario vive el célebre comisario Juan, héroe de una de las correrías moriscas.

Donde quiera se ven alternando las construcciones góticas y las moriscas, así como algunas del Renacimiento, resultando de esa promiscuidad los mas curiosos contrastes. Me detendré en los mas notables monumentos nomas, que son las joyas de esa ciudad donde corrió la infancia de Quevedo y yacen los restos del favorito ahorcado Don Alvaro de Luna, del poeta Moreto y del historiador Mariana.

No puede ser más decisiva la confirmación que hace Morgado de los conceptos que venimos sosteniendo, pero véase también como aun los sevillanos no perdian la costumbre de las moriscas «gelosias».

De la existencia de las primeras atestigua el maestro Juan de Malara, el cual describiendo las bellezas del mudejar palacio, dice entre otras cosas: «La talla de las puertas, las labores moriscas, los jardínes que están entre la huerta de el Alcoba y los aposentos nuevos con grandes y espaciosos miradores, «las leoneras que solía auer en tiempo de los Reyes Católicos etc ...» Y que no fué solamente en el Alcázar donde aquellos monarcas tuvieron sus predilectas fieras, compruébase por el siguiente documento, curioso por más de un concepto: Muy honorables señores: Juan de Merlo alcayde del castillo de triana me encomiendo en vuestra merçed a la qual plega saber: quiero que sepan que El aljama e judios desta çibdad «acostumbraron siempre» dar para mantenimiento de los leones que los Reyes nuestros señores en esta çibdad tenían cinco mill maravedises de cada año.