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Ocho leguas sobre el Tobatí, desemboca por dos partes el río Mbotetei, por donde bajan al Paraguay á hacer sus correrías los Mamalucos.

490 Es tenaz en su barbarie: no esperen verlo cambiar; el deseo de mejorar en su rudeza no cabe; el bárbaro solo sabe emborracharse y peliar. 491 El indio nunca ríe, y el pretenderlo es en vano, ni cuando festeja ufano el triunfo en sus correrías; la risa en sus alegrías le pertenece al cristiano.

Algunas tardes doña Bernarda llevaba los chicos a sus huertos o a las ricas fincas del padre de Remedios. Había que ver con qué aire de bondad vigilaba a la joven pareja, gritando alarmada si en sus correrías permanecían algunos minutos ocultos tras los naranjos.

En su iglesia se venera un crucifijo que, según cuenta la tradición, fué salvado de las llamas á que redujeron los moros el pueblo de Sariaya, en una de las muchas correrías que verificaron en la costa de Tayabas en el pasado siglo. El convento, es de bonito aspecto, cómodo y muy proporcionado en su distribución.

Con el atentado, la hostilidad entre Carlos y Catalina, ya existente, se acentuó de tal manera, que doña Águeda, para evitar agrias disputas, envió de nuevo a Carlos a Oñate y ella se dedicó a vigilar a su hija. Andanzas y correrías Hay hombres para quienes la vida es de una facilidad extraordinaria.

Permanecieron en ella algunos meses, y luego la evacuaron para estender sus terribles correrías por toda la tierra circunvecina, donde talaron las mieses, incendiaron las granjas, y no quedó un solo caserío en que no estampasen su destructora huella.

Hacía algunos años que acompañaba al diestro en todas sus correrías como «mozo de estoques». Había comenzado en Sevilla toreando en las capeas al mismo tiempo que Gallardo; pero los malos golpes estaban reservados para él, así como los adelantos y la gloria para su compañero.

Había entrado a su servicio cuando él vivía aún con Ernestina; era el eterno testigo de sus aventuras; le seguía, fiel y obediente, en todas las correrías de su viudez, pero pensaba con envidia en los pasados tiempos, deseando trasnochar menos.

No cantes victoria, no cantes victoria tan pronto indicó Rosalía, flechada súbitamente por un pensamiento triste en medio de su alegría . Hay que temer la recaída... A ser , yo no me quitaría la venda. ¿Qué es esto? dijo el médico, que entró sin anunciarse . ¿Jarana tenemos? ¿Qué correrías son esas, amigo Bringas? La venda... No hay que fiar todavía. Claro es que no conviene.

Y este puntualmente era y es el modo que todavía observan los Misioneros en estas correrías.