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El sabio que interrumpe sus estudios profundos saliendo á solazarse un rato con la amenidad de la campiña, no se fatiga, ántes se distrae, cuando atiende al estado de las mieses, á las faenas de los labradores, al murmullo de los arroyos, ó al canto de las aves.

Permanecieron en ella algunos meses, y luego la evacuaron para estender sus terribles correrías por toda la tierra circunvecina, donde talaron las mieses, incendiaron las granjas, y no quedó un solo caserío en que no estampasen su destructora huella.

En la campiña, los prados, próximos a madurar, amarilleaban; los sarmientos más viejos crepitaban; las viñas mostraban sus primeros botones. Las mieses, aun verdes, se extendían a lo lejos por todo el llano, ondulantes, teñidas de amaranto y de rojo. Un mundo sin fin de insectos, de mariposas, de pájaros se agitaba, se multiplicaba bajo aquel sol de junio en indescriptible expansión de vida.

12 Y se elegirá capitanes de mil, y capitanes de cincuenta; los pondrá asimismo a que aren sus campos, y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra, y los pertrechos de sus carros. 13 Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras, y amasadoras. 15 El diezmará vuestras simientes y vuestras viñas, para dar a sus eunucos y a sus siervos.

Las mieses de un terreno indican el estado de las de otro; y este indicio puede expresarse en una proposicion condicional; ¿por qué? ¿es acaso por razon de la causalidad del estado de unas mieses respecto al de las otras? por cierto; sino porque las circunstancias del clima y de la tierra, producen entre ellas un órden de tiempo bastante fijo, para verificar la proposicion condicional, sin que intervenga la idea de causalidad de la una con respecto á la otra.

De repente, en el círculo terrible, hacha en mano un mancebo se presenta, que ante su paso arrolla á los cristianos y á sus plantas exánimes los deja, cual en las mieses la segur metiendo el campesino infatigable siega.

Sobre el pequeño cerro que lo domina, en una meseta, está Canzana, lugar de más caserío, rodeado de árboles, mieses, prados y bosques deliciosos. Sólo veían de él las manchas rojas de sus tejados; tanto le guarnecen los emparrados de sus balcones y los frutales de sus huertas.

Y sinembargo, la Mancha es un país asombrosamente fértil en la produccion de trigos y vinos, que cuando está cubierto de mieses y sarmientos tiene una hermosura suntuosamente triste. ¿Por qué no hay allí ni un solo árbol, ni casas, ni jardines, ni otra cosa que inmensos prados ó trigales solitarios? Porque no hay agua, dicen los optimistas, que creen que lo que no se hace es porque no se puede.

Y la nube se abrió y de sus flancos corrieron torrentes de agua que inundaron los valles, devastaron las mieses y ahogaron las bestias; pero nada podían contra una roca, a pesar de embestirla el oleaje por todos lados. 40 Entonces gritó la nube: Esa roca es más poderosa que yo; quisiera ser roca. Y el ángel desciende del Cielo y le dice: ¡Que tu deseo sea satisfecho!

Mas grande que en el triunfo en tu caida Tu sacrificio el cielo consagró: Tu sangre ha sido el riego de la vida Que fecundó la libertad ¡Adios! En mi sepulcro encomendarte quiero Las prendas que aquí deja el corazon: Algo debes ¡oh patria! al jornalero Que en tus mieses jamas se alimentó.