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Aquél concluyó por darle las llaves de los armarios. «Cecilia, voy a vestirmeLa joven corría al cuarto y a los pocos momentos volvía diciendo: «Ya lo tienes todo». Gonzalo encontraba, en efecto, la ropa plegada sobre la cama, la camisa con los botones puestos, las botas relucientes, al lado de la mesa de noche. «Cecilia, se me ha descosido un poco el forro del gabánCuando tornaba a ponérselo ya estaba cosido.

Quince días después, el cabo de miqueletes del puerto de la carretera de Elguea participó al comandante de Lúzaro que en la peña llamada Leizazpicua encontraron el cadáver de un hombre de unos cuarenta años de edad, arrojado por las olas. Vestía el cadáver, traje de marinero, compuesto de elástica de lana de punto y pantalón y chaleco con botones amarillos.

Llevaba muchos años recibiendo golpes de los enemigos, y deseaba, á su vez, darse el gusto de devolverlos. Sus antiguos amigos lo encontraban en las calles de la ciudad con zapatos ¡un tormento! , levitilla azul de botones dorados, y un casco inglés, blanco. La espada ya no la llevaba bajo el brazo ni oculta en el pantalón.

Y entretanto, el señor de Steimbourg se vestía su levita gris con botones de oro; la señora de Steimbourg, en traje de gran gala, dirigía a dos doncellas y tres modistas, que iban y venían y giraban sin cesar en torno de la bella Irma.

Con el dinero aquel, venido a sus manos por milagro, compraron género en una casa de saldos, y en la mañana de aquel día pusieron sus bazares junto a la Fuentecilla de la Arganzuela, teniendo la suerte de colocar muchas carreras de botones, varas muchas de puntilla y dos chalecos de bayona.

Sobre todo, a causa de su botón colgante; los espías no tienen a nadie que pueda coserles los botones, y todos deben de llevar colgando del gabán un botón de que no pueden servirse. Experimentó un sentimiento de soledad triste, propia sólo de los espías. Una profunda melancolía invadió su corazón.

Iban otros más de ciudadanos, y aunque menos brillantes, más viriles: llevaban un pantalón de azul oscuro y uno como gabán corto y justo, cerrado con doble hilera de botones de oro por delante: el sombrero era de fieltro negro de alas anchas, con un delgado cordón de oro, que caía con dos bellotas a la espalda.

Los que conseguían subir á él en los puertos siempre alcanzaban á distinguir de lejos alguna dama con zapatos blancos, falda azul, chaqueta cruzada con botones de oro, corbata y cuello masculinos, gorra de oficial. Nadie sabía con certeza cuántas eran. Los hombres de la tripulación tenían vedado el acceso á los departamentos centrales del buque y su cubierta superior.

Los Dattos suelen distinguirse de la gente del pueblo en el mayor adorno de sus vestidos, en los que usan botones dorados, y en la costumbre de llevar siempre el pañuelo en la mano y seguirle algún esclavo con la caja del bullo. Les está prohibido asimismo comer carne de cerdo y el uso de bebidas espirituosas.

Moreno se cuidó de abrochar los botones de la levita de Pirovani que estaban sueltos. Luego le subió el cuello, para que no se viese el blanco de su camisa. Torrebianca examinó por su parte á Canterac. Estaba correctamente abrochado como un militar, pero su padrino le subió también el cuello de la levita.