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En la inmensidad de su recinto agloméranse confusamente verdores de bosques, lagos artificiales, canales brillantes, puentes de mármol, terrenos cubiertos de minas, tejados barnizados relucientes al sol; por todas partes se alzan pagodas heráldicas, blancas azoteas de templos, arcos triunfales, kioscos saliendo de entre el follaje de los jardines; después, espacios que parecen montes de porcelana; y siempre a intervalos regulares la mirada encuentra algunos de los bastiones, de aspecto heróico y fabuloso.

En resolución, en este tiempo yo he tanteado las cargas que trae consigo, y las obligaciones, el gobernar, y he hallado por mi cuenta que no las podrán llevar mis hombros, ni son peso de mis costillas, ni flechas de mi aljaba; y así, antes que diese conmigo al través el gobierno, he querido yo dar con el gobierno al través, y ayer de mañana dejé la ínsula como la hallé: con las mismas calles, casas y tejados que tenía cuando entré en ella.

Pero lo más visible y lo que más cautivaba la atención del desconsolado muchacho era un motor de viento, sistema Parson, para noria, que se destacaba sobre altísimo aparato a mayor altura que los tejados del convento y de las casas próximas.

La situación de la ciudad es pintoresca, aunque muy singular. Estando ésta en una depresión entre las montañas, el viajero no la ve hasta llegar al borde de la meseta, y la apariencia súbita de sus tejados colorados y sus árboles verdes, coronados del pico nevado del Illimani, presenta una vista muy hermosa.

Y mientras no sólo a los conventos, y a los palacios, sino también a los árboles se les dejaba campo abierto para alargarse y ensancharse como querían, los míseros plebeyos que a fuerza de pobres no habían podido huir los codazos del egoísmo noble o regular, vivían hacinados en casas de tierra que el municipio obligaba a tapar con una capa de cal; y era de ver cómo aquellas casuchas, apiñadas, se enchufaban, y saltaban unas sobre otras, y se metían los tejados por los ojos, o sean las ventanas.

Estos balcones tenían por dosel enormes guardapolvos; los tejados remataban en descomunales aleros, y, abajo, las amplias y voladas rejas terminaban en humildes cruces.

Abríase ante ellos la Ribera de Curtidores, con su declive tan rudo, que las últimas casas tienen sus tejados al nivel del arranque de la calle. Por encima de las cubiertas de las Américas veía Feli la ondulación de los cerros amarillentos, la llanura castellana, de suaves hinchazones, con su sequedad que acusa los objetos a luengas distancias.

Lo mismo que en las óperas dijo Julio siguiendo los últimos sonidos del coro invisible, que se perdía... se perdía, devorado por la distancia y la respiración nocturna. Tchernoff siguió bebiendo, pero con aire distraído, fijos los ojos en la niebla rojiza que flotaba sobre los tejados.

Pero entre ellos quien sobresalia mas que todos era D. Juan Montesinos, que decia á grandes voces: "Vayan hombres y mugeres á mi casa, y saquen leña y paja para pegar fuego, y acabar con estos traidores chapetones:" lo que practicaran inmediatamente, incendiando los balcones y tienda principal, con lo que, obligados á salir por los tejados aquellos infelices europeos, se pasaron á las casas inmediatas.

De vez en cuando miraba los tejados de enfrente, de los cuales iba retirándose la luz del sol, cada vez más pálida y dulcificada. Miró su reloj. Las seis. ¿Pero dónde se había metido aquel hombre? Iban a perder el tren, y para aprovechar hasta el último minuto, daba órdenes a Beppa, queriendo que todo estuviese en orden y dispuesto para la marcha.