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Actualizado: 19 de junio de 2025
Hacía buen tiempo, tocaba casi el sol ya el horizonte, algunos celajes diseminados proyectaban sombras en las amarillas mieses de la llanura y leves humaredas se desprendían á trechos en los pueblecillos. Los tres condes estaban de buen humor. Hasta entonces sus inmensos dominios no habían tenido exactos linderos en la montaña.
Por la parte del norte, donde está Mendoza, circunda á dichos Césares una laguna de muchas leguas, la que les sirve de fortificacion y muro contra las invasiones de los indios caribes, como son los Puelches, Muyuluques y otras naciones. Con algunas tienen contratadas embarcaciones, cambiando á los indios mieses, trigos, legumbres, y ropas, por vacas que pasan embarcadas por la laguna.
Los mulos y los caballos son ligeros y robustos, como conviene a un país montañoso; aunque a decir verdad, hay más de los primeros que de los segundos, porque sirven aquéllos para cargar las mieses que se conducen por nuestros escabrosos caminos; pero éstos no son útiles más que para algunos enfermos como yo, o para las mujeres, pues los habitantes prefieren andar a pie, en lo cual hacen muy bien.
Porque todo en la hora canicular concuerde, Ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde Paz del campo, ni un ave en el azúl se pierde. Un mango aislado eleva su centenaria fronda Junto a un punsó enano de giba aguda y monda, Que las hormigas alzan para que en él se esconda El nunu vigilante que por las mieses ronda.
Y por último, habiendo sido mi provincia, durante dos siglos, fronteriza con el reino de Granada, ha debido tener y ha tenido para custodia y defensa de sus lugares fuertes, y para tomar el desquite de cualquier ataque, entrando en algarada por los dominios del alarbe, talando sus mieses y haciendo otras mil insolencias y diabluras, una población de hombres recios y valerosos,
Pidamos para el campo las mieses abundosas, El pan para los pobres, virtud á las hermosas, Y para el pueblo todo la luz de la razon. «Dad á nuestros campos mieses abundosas, «Aunque niegues su brillo á los metales; «Dad naves á los puertos, «Pueblos á los desiertos, «A las armas victoria, «Alas al génio y á las musas gloria.» OLMEDO Canto á Junín.
Los bárbaros se burlaban de los elementos: lo mismo se deslizaban en sus voladoras naves por los mas caudalosos rios, corriente arriba, que se burlaban de la furia de las tempestades en el Océano, donde con razon eran denominados los reyes del mar; dejábanse caer como nube de langostas sobre las ciudades y los campos, á su contacto ardian de súbito las mieses, las casas quedaban reducidas á humeantes escombros, los moradores á dura servidumbre, y los ganados y riquezas pasaban á sus naves! ¡Grande turbacion padecia la cristiandad durante aquella invasion sangrienta, pagana, encarnizada!
Levantando la vista sobre las colinas del E. S.-E., que dominan la márgen derecha del rio, se ven sobre alfombras de grama los mas alegres bosquecillos y huertos, y senderos caprichosos cavados en las peñas, y luego se extienden hasta perderse en el horizonte lejano de los Alpes berneses, bajo un cielo sereno y dulce, lustrosas praderas donde pacen los ganados de cria y alegres campiñas donde medran las mieses y numerosos grupos de árboles frutales.
Nunca he acertado a leer los libros de Pereda con la impasibilidad crítica con que leo otros libros. Son algo tan de nuestra tierra y de nuestra vida, como la brisa de nuestras costas o el maíz de nuestras mieses. Pocas veces un modo de ser provincial ha llegado a traducirse con tanta energía en forma de arte.
Faltábale tiempo al de Madrid, en cuanto se levantó á la mañana siguiente, para correr por la solana, tumbarse bajo un nogal y caminar errante por las mieses; para gozar, en fin, con la loca expansión de un colegial en vacaciones.
Palabra del Dia
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