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Experimentó una turbación deliciosa al poner la planta en aquel recinto. El olor acre y penetrante de la selva, cargado de emanaciones balsámicas, producto del sudor de los árboles y la tierra, le embriagó dulcemente. La infinita diversidad de luces y sombras que bailaban sin cesar, el contraste de los varios matices del verde, desde el negro profundo hasta el dorado, le ofuscaron.

El murmullo de los pequeños torrentes, el rugido lejano de las ondas y el estremecimiento de los álamos, movidos por el viento, se armonizan con una dulzura indefinible y llevan al alma una languidez y una turbación deliciosa que se quisiera prolongar.

La sonrisa que plegaba los labios del noble se desvaneció repentinamente. ¿Cómo?... ¿Qué tiene que ver?... dijo con mal disimulada turbación. También Amalia se turbó. Sus pálidas mejillas se colorearon. Hemos estado murmurando de . ¡Qué traje te hemos cortado, chico! Aquí Manuel Antonio profirió Amalia decía que era usted el perro del hortelano. No; eras quien lo decías.

En esto se abrió un poco mi bata y hubo de descubrirse mi garganta: no mucho más que lo que en un baile o en una recepción de etiqueta se deja ver al público. El sonrojo y la turbación de mi amigo subieron entonces de punto. Pero ¡qué imaginación tan poderosa y tan socorrida la suya!

¿Palabras de amor?... dijo riendo la dama, que se tranquilizó porque en la turbación, en las miradas del joven había comprendido su alma. Os ruego otra vez que me perdonéis. ¡Pero, caballero, si no me habéis ofendido! únicamente me habéis dado un susto horrible, porque había quedado en vuestro poder esta joya y yo no os conocía.

Mientras duró la conferencia con el padre, no le quitaba la vista de encima, y ella bajaba la suya, se ruborizaba, y para disimular su turbación, jugaba con el abanico con un aire infantil que enloquecía. Quedaron con el padre en que al día siguiente le llevaría los antecedentes de la cuestión que quería entablar, que era intrincadísima.

Ella, ya en plena posesión de misma y sabiendo por Catana la orden dada por su padre contra los dos Pérez de la botica, le preguntó, muy serena, al tercer día del percance gordo: ¿Sabes por qué no han vuelto por aquí esos señores? ¿Qué señores? preguntó a su vez don Alejandro, descubriendo en su turbación que por demás sabía de qué sujetos se trataba.

Ni siquiera me había fijado en su cara y su figura: no me había dado cuenta de que es usted guapo... Leonora reía recordando sus cóleras contra Rafael, y éste, anonadado por su franqueza, sonreía también para ocultar su turbación. Pero después de lo de esta noche, le quiero a usted... como un buen amigo.

La turbación de su actitud, del embarazo en que la veía, una palabra pronunciada al azar, me han dado lugar a creer que era aquél el momento de enterarla de lo que necesariamente había de saber más pronto o más tarde. Le he hablado de Eudoxia y le he dicho con firmeza que nunca sería mi esposa.

La joven bajó los ojos con una turbación inexplicable... Luego levantó la vista y fijola confusamente sobre Farinelli, a quien tendió su mano.