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¡Mejor que mejor! ¿No has oído cantar á los ciegos esta copla: Morena tiene que ser la tierra para claveles, y la mujer para el hombre morenita y con desdenes? Y riendo como una loca se puso á charlar con su amiga Demetria, dejando al buen Jacinto afligido y hechizado al mismo tiempo. Las horas se iban deslizando. Algunas familias de Canzana comenzaron á desfilar.

Comprendía que se hacía necesario abandonar aquella vida feliz de mariposa gentil, si no quería ser la burla y el desprecio de sus convecinos. Dos mujeres le amaban en aquel momento, Telva de Canzana y Eladia de Entralgo.

¡Ya lo creo, como que las de Canzana le traen los jarritos de leche caliente, la manteca fresca, la morcilla y el queso! ¡Yo como soy una pobrecita no puedo traerle nada! exclamó con acento de rabia Maripepa. Eso será, porque eres tan buena como las demás para llevar la Virgen; y aunque no eres rica sabes vestirte como la primera. La coja con tales lisonjas se esponjó lo indecible.

En un instante no quedó mujer alguna delante de la casa del capitán. De nuevo saltó el mancebillo de Rivota gritando: «¡Viva Lorío!» Y otra vez le siguió el de Canzana contestando impetuosamente: «¡Viva EntralgoEntonces de las filas espesas y amenazadoras de Lorío salió una voz varonil que dijo secamente: «¡MueraFué la señal.

Y como de Carrio y Canzana eran los cinco ó seis paisanos que en el lagar quedaban rezagados, no es maravilla que todos estuviesen conformes en celebrar los nuevos acontecimientos y en vaticinar enormes prosperidades para el concejo.

D. Félix acató tal consejo y decidió no volver á Asturias hasta el verano siguiente. Pocos días después de su partida D.ª Beatriz emprendió el camino de Entralgo. La cuesta de Canzana es agria. La dama, sometida desde hacía largos años á una clausura casi completa, la sube con trabajo. A menudo se detiene y derrama una mirada por el valle que se extiende á sus pies.

Acometida de un furor orgulloso, soltó por su boca desdentada mil improperios contra el párroco y contra las zagalas de Canzana que la perseguían cruelmente con su envidia. Esto causó el regocijo no sólo de Regalado, sino de cuantos la escuchaban. Pero ya al son de la gaita y el tambor y con el estampido de los cohetes salía la sagrada imagen de la Virgen del Carmen por la puerta de la iglesia.

Se mostraba, á par que afligida, un poco confusa en presencia de la que ya no podía llamar hija. Esperó con ansia la noche para ver á Nolo, pues no dudaba que éste, no hallándola en la romería, viniese á Canzana. Amargo desengaño experimentó al observar que se llegaba la hora de irse á dormir sin que el mozo de la Braña llamase á su puerta.

Dirigió una mirada á Canzana y estuvo por subir á despedirse del tío Goro y la tía Felicia, pero llevaba él ciertos proyectos en la cabeza... ¡Quién sabe, quién sabe! Mejor era guardarlos en el corazón. Vadeó el río, siguió hasta la Pola y pasó inadvertido como él deseaba. Entró en la carretera de Langreo y cuando llegó á Sama ya estaba el sol hacía rato sobre el horizonte.

Si en Canzana hubieran querido añadió la joven después de un rato con acento no exento de amargura nadie me sacaría de casa. ¡Qué iban á hacer los pobres, si no son tus padres! murmuró Nolo. Ellos nada, pero dejarme á que lo hiciera. Bien sabes, Demetria, que eso no puede ser. Ni tenían razón para ello, ni se habrán atrevido á aconsejártelo.