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La guerra se mostró á los ojos de Desnoyers con toda su cruel fealdad. Había hablado de ella hasta entonces como hablamos de la muerte en plena salud, sabiendo que existe y que es horrible, pero viéndola tan lejos... ¡tan lejos! que no infunde una verdadera emoción. Las explosiones de los obuses acompañaban su brutalidad destructora con una burla feroz, desfigurando grotescamente el cuerpo humano.

Que él entendió que nos habían dado cámaras. Aquí fue ella, que se levantó el soldado con la espada tras el huésped, en camisa, jurando que le había de matar porque hacía burla de él, que se había hallado en la Naval San Quintín y otras, trayendo servicios en lugar de papeles que le había dado. Todos salimos tras él a tenerle, y aun no podíamos.

¡Sorbetes por la mañana! dijo un mozo con voz brutal y gesto de burla. ¡Que si quieres! ¡Bravo! dije para . ¿No presumía yo que el día había empezado bien? Pues traiga usted dos vasos pequeños de limón... ¡Vaya, hombre! anímese usted; tómelos usted grandes nos dijo entonces el mozo con singular franqueza, si tiene usted cara de sed.

Se le echaban en cara los delitos más execrables, y se hacía burla de él y de sus hábitos groseros. «Tiita, ¿no sabes? decía Ramona riendo . Se come las cáscaras de naranja...». ¡Cochino! Otra voz infantil atestiguó con la mayor solemnidad que había visto más. Aquella mañana, Juanín estaba en la cocina royendo cáscaras de patata. Esto que era marranada.

Ya le faltaba poco a Frasquito para estallar en ira, y de fijo le hubiera tirado a la cabeza el plato, el vaso de vino y hasta la mesa, si Polidura no tratara de atenuar la maleante burla con estas palabras conciliadoras: «Cállate, tonto, que el Sr. de Ponte no ha entrado en Villavieja, y lleva sus añitos mejor que nosotros.

Así suele suceder todas las semanas contestó Artegui con afable burla. No me entiende usted. Pues explíquese. ¿Qué se le ocurre? ¿Qué se me ha de ocurrir sino ir a misa como todo el mundo? ¡Ah! exclamó Artegui. Y después añadió : Pues es cierto. Y quiere usted.... Que usted me acompañe. No he de ir sola a misa, me parece.

Las haciendas se alzaban perezosamente, entumecidas por el reposo de la noche y el terneraje lanzaba en tonos quejumbrosos gritos que parecían lamentos de agonizante, mientras al paso del break huían las vaquillonas y los pequeños novillos, haciendo cabriolas que tenían todo el dengue de mohines de burla, como si se los inspirase aquel grupo de viajeros que en procura de salud moral marchaban aceleradamente hacia regiones de inacabables melancolías.

Aconsejele que te lo dijese cuanto más antes y, sobre todo, que hablase a tu padre... Ha quedado en ello. Rosa, al observar el tono serio en que hablaba, le miró sorprendida. Después, viendo señales de burla en su rostro, hizo una mueca desdeñosa y guardó silencio.

En la sonrisa que contraía sus labios advertíase benevolencia y también un poco de burla, que volvió a desconcertarme. Isabel respondió por . Queremos que trabajes para que Gloria salga del convento. Por confesión de ella misma, tiene deseos de salir. Hay obstáculos que al parecer se lo impiden. Quiero que averigües cuáles son y que los deshagas. ¡Quiero!

A estas expresiones de ternura, mezcladas de burla cariñosa, la monja no contestaba ni siquiera con una mirada. Y la otra seguía: «¡Ay, mi galapaguito de mi alma, qué enfadadito está conmigo, que le quiero tanto!... Sor Marcela, una palabrita, nada más que una palabrita. Yo no quiero que me saques de aquí, porque me merezco la encerrona. Pero ¡ay niñita mía, si vieras qué mala me he puesto!