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La brutalidad y el terror vuelven a aparecer desde que se halla en el campo, en medio de aquella naturaleza y de aquella sociedad semibárbara. Vencido aquel primer obstáculo, la galera sigue cruzando la Pampa como una exhalación; camina todos los días hasta las dos de la mañana, y se pone en marcha de nuevo a las cuatro.

El mal genio de madre me parecía disculpable por los trabajos y penalidades que ocasiona una casa de labor, la brutalidad de mi padrastro se hizo menos aborrecible a mis ojos recordando que no era mi verdadero padre, y en cuanto a las crueldades de mi hermanastra... como si no hubiesen existido. Es decir, las recordaba, pero sin guardarle rencor.

En los puntos de mayor peligro, y donde era preciso estar con el arma en el puño constantemente, nos disputábamos un chorro de agua con atropellada brutalidad: rompíanse los cántaros al choque de veinte manos que los querían coger, caía el agua al suelo, y la tierra, más sedienta aún que los hombres, se la chupaba en un segundo. ¿Por qué sitio pensaban atacarnos los franceses?

Desde el fusilamiento de los sesenta compañeros de Manzanares y los veinticuatro de Alicante, el 8 de Mayo, hasta el de los sargentos del 22 de Junio, no ha pasado año sin alguna brutalidad semejante: exceptuando a los Zurbanos, y la muerte de Mariana de Pineda, para quien fue preciso hacer un garrote nuevo, porque tenía el cuello muy delgadito...

Luego hizo un gesto de fastidio. ¡Lagrimitas a él!... Pero no; lloraba de veras, con toda su alma, con quejidos de angustia y estremecimientos nerviosos que conmovían todo su cuerpo. Arrepentido de su brutalidad, dio orden al cochero de detener el carruaje. Estaba fuera de la Puerta de Hierro; no pasaba nadie en aquel momento por el camino. Trae agua... cualquier cosa. La señorita está enferma.

¿Qué te importa de él? ¿Le debes gratitud por el ser que fortuitamente te dió, en la inconsciencia de su brutalidad?... ¿Acaso podemos considerarnos padres siempre que afrentamos a una mujer? Quisiera, sin embargo, saber su nombre. Don Manuel guardó silencio. Saber añadió el mozo su clase social.

Su hazaña de la taberna había modificado su carácter, antes pacífico y sufrido, despertando en su interior una brutalidad agresora. Quería demostrar á toda aquella gente que no la temía, y así como le había abierto la cabeza á Pimentó, era capaz de andar á tiros con toda la huerta.

El torero ese artista de la muerte es donde quiera elegante, bello, magnífico en su clase. El actor, con raras excepciones, es plebeyo, bufon con brutalidad, y no sabe interpretar las nobles inspiraciones del poeta. El francesismo exagerado no produce en España sino caricaturas.

Varios hombres de fuerza, con la inconsciencia propia, de su brutalidad, tiraron de una de las fajas de goma que estaba casi desprendida de la pared de plata. Inmediatamente seis de los cilindros de papel vinieron al suelo, partiéndose sobre las espaldas de los atrevidos que habían provocado el accidente, y al partirse esparcieron densas nubes de polvo rojo y picante.

Comenzaba a arrepentirse de su brutalidad. ¡Pobre Mina!... Pero ella, protestando de esta conmiseración, giró la cabeza sobre su hombro hasta apoyar la nuca, y en tal postura, con los ojos llenos de lágrimas y sonriendo al mismo tiempo, se elevó en busca de su boca, devolviéndole las caricias con un beso largo, interminable.