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Se despidió para ir al escenario a ver a Tristán y si no estaba para ir a buscarle a su casa. Mientras Elena hablaba con uno de sus amigos acercose por detrás a saludar a su compañera la condesa un caballero de mediana edad y elegante porte, se estuvo un rato departiendo con ella y se despidió al cabo amable, sonriente, reteniendo algún tiempo en su mano la de Marcela.

«Tendré que ir yo... ¡Ay, qué mujer!... ¡qué guerra nos da! dijo la Superiora... . ¿Dónde está Sor Marcela? Que traiga la llave de la perrera. Hoy tendremos chínchirri-máncharras... Está más tocada que nunca. Dios nos paciencia. ¡Y Sor Facunda que me ha dicho ahora mismo indicó Sor Antonia con franca risa y bizcando más los ojos , que Mauricia había visto a la Virgen!

En la primera de estas comedias se nos presenta con la mayor delicadeza la aparición del sentimiento del amor en una doncella, casi niña, personificando en esta Marcela un sentimentalismo tierno y visionario, lleno de frescura, de sencillez, de vida y alegría, que nos impresiona singularmente del modo más grato.

Cuando la alzaron y la transportaron a la cama se le declaró una violenta fiebre que la tuvo postrada muchos días y amenazó su vida. Durante su enfermedad ni Clara ni Tristán ni Visita parecieron por su casa. Sólo Marcela Peñarrubia la veló como una hermana cariñosa.

No está muy lejos de aquí un sitio donde hay casi dos docenas de altas hayas, y no hay ninguna que en su lisa corteza no tenga grabado y escrito el nombre de Marcela; y encima de alguna, una corona grabada en el mesmo árbol, como si más claramente dijera su amante que Marcela la lleva y la merece de toda la hermosura humana.

En la corte se olvidó pronto de doña Marcela, puso la mira en distinguirse como personaje político, logró salir diputado, y hay quien asegura que es hombre de gran porvenir, que llegará a ser Director General, Embajador o Ministro, y que al cabo el Gobierno español, o cuando no el pontificio, le concederá el título de Conde de Cartabón o de Hormabella.

The funeral procession on its way to the church of San Sebastian turned aside from its course so that the poet's daughter, Marcela, might see from her cell window in the convent of the Descalzadas the remains of her great father on the way to their last resting-place.

Apiadábase la veterana de la suerte de muchas que habían llegado a Buenos Aires con el propósito de hacer dinero en pocos meses, regresando inmediatamente a París, y llevaban años y años encadenadas por la miseria, sin esperanza de volver. La prudente Marcela, la que preguntaba a todos por la cosecha, asintió con movimientos afirmativos.

Sor Marcela dio una chupada y después arrojó el cigarro, haciendo ascos, escupiendo mucho y poniendo una cara tan fea como la de esos fetiches monstruosos de las idolatrías malayas. Mauricia lo recogió y siguió chupando, alternando un ojo con otro en el cerrarse y en el mirar. Después hablaron de la procedencia del pitillo.

Doña Marcela, reconociendo que Villalegre es mezquino recinto para sus expansiones y propósitos, se ha ido a Tarifa, su patria, y desde Tarifa ha pasado a Gibraltar, cuya reconquista tal vez haga.