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Aquí el débil no es el confesor, sino la penitente; usted no tiene hechizos colgados del cuello, ni tenemos ídolos que echar al río... yo soy la pecadora, aunque ningún hombre me hizo el mal que aquella mujer al clérigo hechizado; sólo quise a mi marido, y de este ya sabe usted de qué modo estoy enamorada; no con pasión que quite a Dios cosa suya, sino con el suave afecto y los tiernos cuidados que se le deben.

Cristeta le parecía hermosísima, encantadora; pero cada día más suya. Le tenía como hechizado. Algunas noches hasta se le olvidaban los preparativos de fuga. Ni siquiera mentaba la quiebra de Garcitola y Compañía. Por fin, comenzó a monologuear, ni más ni menos que personaje dramático.

Preciso es confesar que hace pasar una noche muy agradable y que es muy divertido su enredo, cuyo objeto es describir la traza, que se da una doncella avispada de hacer creer á su sencillo tutor que ha sido hechizado, logrando de esta manera que su aprobación á un casamiento, antes contrariado por él; pero el que conozca esa delicadeza maravillosa, ese perfume embriagador de la poesía de las comedias de enredo de Calderón, no gozará demasiado, ni mucho menos, con la casi prosáica de Zamora, con su tono burlesco y grosero, y con sus gracias toscas y harto numerosas.

El duque, en su sed de oro, se dejará deslumbrar por este negocio en grande, y aun el mismo rey no encontrará de más algunos millones de maravedises para remendar su ropilla. Dicen que Lerma tiene hechizado al rey. Hechizad vos al duque. El mejor hechizo para su excelencia es el oro. Conque apretad, apretad, que urge: que si hemos de esperar á que el príncipe sea rey, larga fecha tenemos.

Muerto Carlos el Hechizado en 1700, Felipe V, que lo sucedió, recompensó al conde de la Monclova haciéndolo grande de España. Enfermo, octogenario y cansado del mando, el virrey Brazo de plata instaba a la corte para que se le reemplazase.

Aplicable es esto último, muy particularmente, á su famosa comedia El hechizado por fuerza.

Bruja sin duda. JIMENO. Se sentó a su lado, y le estuvo mirando largo rato, sin apartar de él los ojos ni un instante; pero los criados la vieron y la arrojaron a palos. Desde aquel día empezó a enflaquecer el niño, a llorar continuamente, y por último, a los pocos días cayó gravemente enfermo; la pícara de la bruja le había hechizado. GUZMÁN. ¡Diantre!

Recuerdo lo que dice: aquel confesor le tenía gran afición, pero estaba perdido por culpa de unos amores sacrílegos; habíale hechizado una mujer con malas artes, con un idolillo puesto al cuello, y no cesó el mal hasta que la Santa, por la gran afición que su confesor le tenía, logró que él le entregase el hechizo, aquel ídolo que era prenda del amor infame; y usted sabe que ella lo arrojó al río y el clérigo dejó su pecado y murió después libre de tan gran delito.

¡Mejor que mejor! ¿No has oído cantar á los ciegos esta copla: Morena tiene que ser la tierra para claveles, y la mujer para el hombre morenita y con desdenes? Y riendo como una loca se puso á charlar con su amiga Demetria, dejando al buen Jacinto afligido y hechizado al mismo tiempo. Las horas se iban deslizando. Algunas familias de Canzana comenzaron á desfilar.

Las primeras obras para el teatro de este escritor, conocido también por sus trabajos políticos, pasaron en lo general desapercibidas; pero ningún drama, desde los tiempos de Calderón, ha excitado en toda España más crédito y general entusiasmo que el suyo, titulado Carlos II el Hechizado, la primera obra suya romántica, que, durante muchos meses del año 1837, se representó casi exclusivamente en el teatro con no interrumpidos aplausos.