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Tomadla, conde, tomadla matadme con ella vos, que aquesta muerte buen conde, bien os la merezco yo. Apenas hubo acabado de cantar, Stein, que tenía un excelente oído, tomó la flauta y repitió nota por nota la canción de Marisalada.

Sobre las ramas del castaño saltaban gorriones y pinzones que no cerraban el pico y no acababan nunca de cantar formalmente, distraídos en cualquier cosa, inquietos, revoltosos y vanamente gárrulos.

Jaime conocía las costumbres del viejo, su afición a entonar los cánticos de la misa mayor cada vez que se sentía alegre. Retirado de las largas navegaciones, su placer era cantar los domingos en la iglesia del pueblo de San José o en la de San Antonio, extendiendo luego esta afición a todos los momentos felices de su vida.

Al fin vino a hallarse a corta distancia, casi a la vista de Sagres, como si la Providencia dispusiese que en el punto que había hecho famoso el Infante don Enrique, iniciador de los grandes descubrimientos, terminase su viaje el hombre que iba a cerrar el ciclo y a dar comienzo a nueva Era. No todas las dificultades se habían allanado. Nadie hasta el fin puede cantar victoria.

Unas jaulas de bronce pendientes del techo empezaban a balancearse, y dentro de ellas saltaban los canarios, sin dejar de cantar, buscando en el vaivén de su prisión un punto inmóvil. Las cortinillas de las ventanas, sujetas por sus abrazaderas, agitábanse bajo un soplo invisible. El suelo de mosaico, liso, unido, inerte a la vista, parecía ondular como si por debajo de él mugiese un huracán.

Parlons de nos amours; la joie et la beauté Sont mes dieux les plus chers, après la liberté. deben tomarse por divisa. Mientras el corazón tenga fuerzas, echarle combustible para que palpite con las dulces emociones de la pasión. Quiero cantar endechas como el ruiseñor mientras me quede un soplo de vida.

Amaba la tranquila libertad del campo y pasaba los días bajo un emparrado adornado con guirnaldas de madreselvas, cultivando la amistad de los jilgueros que venían á cantar para ella, revoloteaban al alcance de su mano y comían miguitas de su merienda.

Usted teme quizá que en su declaración haya algo enojoso para usted... Teme, en fin, verse obligada a decir cosas que no querría decir. Pues bien: la ley le permite a usted dejar de contestar a las preguntas que le parezcan enojosas. ¿Quiere usted ahora prestar juramento? No. Su voz era sonora, joven más joven que el rostro , clara y limpia. Debía de cantar muy bien.

Nació en Logrosan, en el partido de Trujillo en Extremadura, cerca del año de 1535, cuando se fundò por primera vez Buenos Aires, de la que estaba destinado á cantar la reedificacion. Abrazò el estado eclesiástico, y en clase de capellan acompañò la expedicion que, en 1572, saliò del puerto de San Lucar, bajo los auspicios del Adelantado Juan Ortiz de Zárate.

Conmovedoramente refiere Montalván la melancolía de los últimos tiempos de la vida del poeta, tan bien dotado por la naturaleza para disfrutar y cantar las más embriagadoras alegrías terrenas. El propio autor refiere por extenso los detalles de su breve enfermedad postrera.