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De pronto, mujer, paisaje y fuente, se deshicieron como humo ingrávido, el espacio quedó vacío, y en la atmósfera desierta, pero alumbrada por un sol invisible, sonaron muchos ruidos diferentes que juntos simulaban un coro de mujeres burlonas.

El pobre muchacho se sentía sin fuerzas para seguir viviendo con la familia. Un obstáculo invisible se levantaba entre él y los suyos. Decía bien su tío don Juan.

Si insistía en mantenerse invisible, era seguramente porque estaba muy ocupado en la dirección de sus dominios infinitos, no quedándole media hora libre para dar un paseo por la tierra. Una mañana fué recompensada su fe en la bondad divina.

Esos pensamientos mústios Dados de muerte en el lecho, Yo los conservo en mi pecho Como sacro talisman, Porque se hallan impregnados Del espíritu invisible Del alma pura y sensible, Que calma mi triste afan.

Más, mucho más que de su territorio, desearia apoderarme de lo que está dentro del territorio, de lo que está dentro de las ciudades, de lo que está dentro de las casas, dentro de la familia, dentro del individuo; de esa sombra que le acompaña, de ese centinela invisible que le custodia, de ese misterioso y terrible poder que le defiende; la palabra, la inteligencia.

Se arremolinaba el aire á espaldas de las baterías con oleaje furioso. Lacour y su compañero recibían á cada tiro un golpe en el pecho, el violento contacto de una mano invisible que los empujaba hacia atrás. Tenían que acompasar su respiración al ritmo de los disparos.

A prima noche, Quevedito y el otro médico hablaron á Torquemada en términos desconsoladores. Tenían poca ó ninguna esperanza, aunque no se atrevían á decir en absoluto que la habían perdido, y dejaban abierta la puerta á las reparaciones de la naturaleza y á la misericordia de Dios. Noche horrible fué aquélla. El pobre Valentín se abrasaba en invisible fuego.

¿Conque se ha hecho invisible el duque? decía una voz agridulce . Hace quince días que he llegado a Madrid y no sólo no se ha dignado venir a verme mi querido sobrino, sino que no le he visto en ninguna parte. Tía respondió la duquesa , puede ser que no sepa vuestra llegada. ¡No saber que la marquesa de Gutibamba ha llegado a Madrid! No es posible, sobrina.

Nunca había puesto los pies allí doña Paula, pero su espíritu parecía presidir el mercado singular de la curia eclesiástica. Ella era el general invisible que dirigía aquellas cotidianas batallas; el Magistral era su instrumento inteligente.

No sólo habían de defenderse de la hondonada invisible, de la mandíbula del saurio y el colmillo del reptil: el guía, el indio que marchaba a su lado, era un enigma inquietante. Imposible adivinar la verdad en la mueca servil de su mascarón cobrizo.