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Ese gran concurso de forasteros y la belleza de las sevillanas han dado lugar á un desarrollo alarmante de la corrupcion. Debo limitarme á indicar el hecho, porque el asunto no permite comentarios ni explicaciones. Ese mal es el cáncer de las grandes ciudades españolas.

Lo abandoné a su disertación para ir a sentarme en el extremo de la mesa con la juventud, pues mi escasa importancia social me permite asociarme a ese batallón ligero. No me atreví a sentarme al lado de Luciana, que me había dicho por lo bajo, siempre prudente en su táctica: «No llamemos la atención

Y les venero; mi pequeñez no me permite imitarlos; pero por tener ocasión de parecerme á ellos, diera toda mi vida, lo confieso. ¡Oh! si la libertad no fuera la cosa más buena, sería la cosa más bella con la memoria de tantos héroes. ¿Y esos son tus héroes? ¿Eso es lo que admiras? dijo Elías.

Muchas veces el cielo gris permite ver perfectamente a lo lejos; hay una claridad difusa, que parece no venir del cielo entoldado, sino del mar blanquecino y turbio; las olas, de un color de arcilla, llegan con meandros dislocados de espuma a dejar en la playa una curva plateada, y la resaca hace hervir la arena al contacto del mar.

Estas eran para Desnoyers todas las transformaciones que la guerra había realizado en torno de él. Las gentes acabarían por acostumbrarse á la nueva existencia. La humanidad posee una fuerza de adaptación que le permite amoldarse á todo para continuar subsistiendo. El esperaba continuar su vida como si nada hubiese ocurrido. Bastaba para esto que Margarita siguiese fiel á su pasado.

Pero en 1811, y después que las Cortes se trasladaron a Cádiz, la calle Ancha, además de un paseo público, era, si se me permite el símil, el corazón de España.

El calavera temerón escoge a veces para su centro de operaciones la parte interior de una persiana; este medio permite más abandono en la risa de los amigos, y es el más oculto; el calavera fino le desdeña por poco expuesto.

Si la Virgen nos permite protegeros, hago voto de ofrecer una corona de oro á Nuestra Señora de Rennes. ¡Adelante, amigos! Los asaltantes, cansados de matar, se dedicaban al saqueo. Sólo un grupo bastante numeroso atizaba el fuego y observaba en silencio los progresos del incendio.

Gocemos el encanto de esta hora fugitiva, retengámosla por los cabellos, dejemos que nos acaricie blandamente. ¡Quién sabe si en pos de esta tan dulce vendrán otras tétricas! Permite que la retenga un minuto más por su manto azul y flotante... Y al decir esto, sujetaba la falda de su prometida. ¡Arriba, Tristán, arriba! replicó ella riendo. Pues ayúdame. La joven le entregó sus manos.

He visto, sin embargo, una señorita muy linda a la que desearía querer mucho, pero... Señor cura, borro el "pero" hasta que la conozca mejor. Adiós, mi bueno y venerado padre, usted me permite, ¿verdad? continuar dándole ese nombre. No olvide usted en sus oraciones a su hija respetuosa, Máximo a su hermano. 25 de agosto.