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Miguel le preguntaba por señas: ella sonreía sin contestar. Entonces el joven se hizo el enojado y evitó a su vez el encontrarse con ella. Maximina comenzó a echarle miradas tristes y tímidas, que observaba riendo interiormente. Al fin, una noche por propia iniciativa, aquélla vino a sentarse a su lado.

Ha resistido usted á las autoridades de su país con un aplomo admirable. ¡Está usted fuera de la ley, amigo! ¡Pardiez! Bien ha visto usted que aquel diantre de sargento quiso matarme. Una de sus balas se llevó mi gorra y si da dos milímetros más abajo se lleva la cabeza. ¡Pero usted no le ha errado ni ha tardado en echarle al agua!

Iba casi todas las tardes al salir de la Bolsa para decirle el alza o baja de sus valores; otros días se plantaba a almorzar sin previo aviso; como tenía la costumbre de escribir las cartas donde le pillaba se ponía a escribir en la mesa del pobre Gabriel; y por último, sabiendo que Emilia no salía de noche y que jugaba al tresillo con varias amigas se presentaba dos o tres veces por semana pidiendo por amor de Dios un ratito de conversación y una taza de , y allí se estaba hasta que entre burlas y veras había que echarle.

Si contiene insultos graves, el procedimiento es terrible, como diré más adelante. Si no, el damnificado se contenta a su vez con echarle hoja a su adversario, para mayor contento de los impresores, que realizan buenos beneficios, y solaz de los vagos, que se pasan las horas muertas en las esquinas con la nariz al aire.

El primer sentimiento que los lidiadores experimentaron al echarle la vista encima, fue de traición o engaño manifiesto. Todos ellos le habían visto varias veces, primero en el encierro y después en el corral; pero nunca les pareció ni la mitad de grande que entonces.

Acudió luego el cura a quitarle el embozo, para echarle agua en el rostro, y así como la descubrió la conoció don Fernando, que era el que estaba abrazado con la otra, y quedó como muerto en verla; pero no porque dejase, con todo esto, de tener a Luscinda, que era la que procuraba soltarse de sus brazos; la cual había conocido en el suspiro a Cardenio, y él la había conocido a ella.

GORRINITO ASADO. Después de bien limpio se sazona con sal y pimienta, interior y exteriormente, se rocía con manteca y vino rancio, se mete al horno con cuidado de echarle por encima la grasa que va soltando. Cuando está tostado, se sirve bien caliente.

Si solo imaginar un sentenciado Que habia de morir al otro dia, Le hizo que el cabello sea tornado De negro, blanco, luego encanecìa: Quien se vido en la escala levantado, Y al verdugo que echarle ya queria, Diremos que ha probado el trago fuerte De la descomunal y cruda muerte. ¡O muerte, cuan amarga es tu memoria! Al hombre que en sus varios bienes fia, De Reyes, y no Reyes has victoria.

Era necesario echarle agua a la cara para hacerle volver en si, pero el agua estaba lejos. ¿Iría corriendo hacia casa hasta encontrar a alguna persona que le socorriese? Apenas brotó esta idea en su mente aturdida la desechó con horror. No, no podía dejar a su prometido solo y privado de sentido en medio del campo.

Si para arrancar aquel hombre de su poltrona, donde estaba incrustado como el molusco a la roca, se necesitaba cogerle de una oreja y echarle a puntapiés, y aún así, era casi seguro que había de volver, a hocicar.