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Tenían estos dos oradores de la taberna de Arcale hablando en castellano un carácter común y era que invariablemente trabucaban las efes y las pes. No había medio de que las pronunciasen a derechas. ¿Qué te farece a el médico nuevo? le preguntaba Pichía a Tellagorri. !Psé! contestaba el otro . La frática es lo que le palta.

¿Por qué no ha de ser este año como los demás? preguntaba Ronzal, que acababa de hacerse un frac en Madrid. Porque este año el Carnaval está muy desanimado por culpa de los Misioneros, por eso respondía Foja, a quien había metido en la Junta directiva don Álvaro. La verdad es dijo el presidente, Mesía que nos exponemos a un desaire.

Cada vez que ella iba a un baile o que algún joven desconocido era recibido en casa de los Aubry, Juan, angustiado, se preguntaba: ¿Será éste quien se la llevará? Hasta entonces, felizmente, María Teresa se había mostrado difícil, declarando que no se casaría nunca sin conocer bien, apreciar y amar a quien había de ser su marido.

«¿Sería tiempose preguntaba en otro párrafo. Cierto; cuando vea que todos los otros remedios son imposibles, cuando la esperanza haya muerto del todo, podré ejecutar este acto; pero ¿soy yo buen juez de la oportunidad del momento? ¿No parece con frecuencia que un cuerpo viviente está próximo a disolverse bajo la acción de un mal implacable, y después la Naturaleza encuentra en misma la fuerza necesaria para hacerlo revivir?

¿Qué resolución querrá tomar? se preguntaba doña Manolita . ¿Si habrá tocado su corazón el dedo del Altísimo? ¿Si el buen señor, edificado con las homilías del sobrino, tratará de abrazar la vida contemplativa y de ser santo también?

Vista así la nave del Estado, diríase que de tortuga se convertía en cangrejo cada vez que un peligro se acercaba. Pero, capitan, ¿por qué sus estúpidos timoneles se van por ese lado? preguntaba muy indignada la señora. Porque allí es muy bajo, señora, contestaba el capitan con mucha pausa y guiñando lentamente el ojo.

Apiadábase la veterana de la suerte de muchas que habían llegado a Buenos Aires con el propósito de hacer dinero en pocos meses, regresando inmediatamente a París, y llevaban años y años encadenadas por la miseria, sin esperanza de volver. La prudente Marcela, la que preguntaba a todos por la cosecha, asintió con movimientos afirmativos.

El estado del tiempo me inquietaba, y con frecuencia me preguntaba al contemplar el paso peligroso, si el mar, durante largo tiempo terso y tranquilo, no se trocaría de repente en montuoso y cruel. Aquel sitio peligroso nada tiene de triste.

Cuando Camilloff preguntaba por el resultado de sus investigaciones, le contestaban satisfactoriamente que se estaban consultando los libros santos de La-o-Tsé, o que se iban a explorar viejos textos del tiempo de Nor-Xa-Chú.

Además Dios era misericordioso, hacía la vista gorda. Y por supuesto, quería don Frutos ir a ese mundo mejor con el recuerdo de la mala vida pasada, porque si no, ¡vaya una gracia! ¿Para qué querrá don Frutos acordarse de lo bruto que ha sido sobre la haz de la tierra? preguntaba Foja al oído de Orgaz hijo.