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Yo obedezco, y aun diré que acato como superior disposición y como Ley americana, la necesidad feliz de partir, al amparo de Santo Domingo, para la guerra de libertad de Cuba.

Pero la mente divina quiso formar la transición del hombre al bruto, y fabricó a Botín. Entre la palabra y el rebuzno, ¿qué hay? Un discurso de Botín. JOAQUÍN. ¡Bravísimo!... Vamos, cuando me comparo con él... Permíteme que me alabe en presencia de ese bárbaro egoísta. Yo vivo de lo ideal, yo sueño, yo deliro y acato la belleza pura, yo tengo arrobos platónicos.

Pero si en el castigo venero y acato tu justicia, te doy gracias por tu misericordia. ¿Qué no merecía yo por mi delito? Mi indigno cálculo ha sido desbaratado; mi insano sofisma se ha vuelto contra : yo mismo he quedado envuelto en la red cautelosa que había tendido. »Harto lo reconozco ahora. La concupiscencia del espíritu es la peor de las concupiscencias. Repugna por anti-natural.

» Ya te lo he dicho antes, Amaury: esa separación la exige tu carrera y yo acato esa exigencia con la abnegación debida. »Yo estaba cada vez más sorprendido, sin acertar a explicarme en modo alguno una serenidad y una sensatez como aquéllas en una niña tan mimada y caprichosa como Magdalena; pero ni interrogándola ni pidiéndole toda suerte de explicaciones, pude lograr esclarecer el misterio.

D. Félix acató tal consejo y decidió no volver á Asturias hasta el verano siguiente. Pocos días después de su partida D.ª Beatriz emprendió el camino de Entralgo. La cuesta de Canzana es agria. La dama, sometida desde hacía largos años á una clausura casi completa, la sube con trabajo. A menudo se detiene y derrama una mirada por el valle que se extiende á sus pies.

Estando muerto, siendo historia, le acato. Bajo estas bovédas colosales, bajo esta colosal inspiracion de un pueblo entusiasta, le venero. Su evocacion es aquí una sombra que me conmueve, que me ilustra, que me moraliza, que hace hervir mi alma bajo la inmensa idea del hombre.

Egoísta hasta la brutalidad, era derrochador para sus placeres y tacaño feroz cuando se trataba de las necesidades de los demás. Encontró ridículos los gustos aristocráticos de su esposa, y los suprimió despóticamente. Vendió el carruaje y los caballos, y doña Manuela, que tan exigente se mostraba en materia de ostentación con su primer esposo, acató servil y gustosa las órdenes del segundo.

Y no quejándome yo ni de la naturaleza, ni del orden social tal como los hombres han ido disponiéndole, muchísimo menos puedo quejarme de la divina providencia, que acato, adoro y bendigo. Apenas hay objeto que no vea yo de color de rosa, y siempre que se ennegrece, me culpo a y a nadie culpo.

Acato la rica erudicion de un Thiers, de un Littré, de un Guizot; acato la vastísima ciencia del eminente Augusto Conte; acato la hechicera literatura de un Chateaubriand, de un De Lamartine, de un Balzac, de una Cotin, de un Víctor Hugo; acato y amo la poesía fácil, ingénua, encantadora del inspirado Beranger; acato el valeroso y fecundo arte, el pincel arrebatador del inmenso Horacio Vernet; acato con profunda veneracion á ese gran hombre, que ha dejado de ser pintor en el mundo para ser monarca de los espléndidos salones de Versalles; acato á ese Horacio Vernet, al humilde y modesto artista, que es más que Luis XIV en las régias salas de aquel opulento y maravilloso palacio; acato á esos genios de la Francia; no es mi ánimo negar que la Francia tenga sus genios; pero estúdiese aquí el organismo que el arte tiene; estúdiense con detencion y con cuidado sus manifestaciones generales, las manifestaciones del pueblo francés, y no podrá menos de llegarse á la conviccion más completa de la rigorosa exactitud de nuestros retratos.

Ya no espero vencer en el combate: ¿qué fuerza habrá que á combatir me obligue? Si es que merezco tal rigor, lo acato; quede vengado el crímen cometido: si es injusto placer de un Dios ingrato, goce en mi mal; ni compasion le pido.