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Ilustrado su entendimiento con la lección y Comunicación de los más doctos de su tiempo especialmente del Licenciado Francisco Pacheco mi tio ... etc. Por el dicho del pintor Pacheco consta que entre los retratos figuraba el del licenciado Carlos de Negron; y Don Adolfo de Castro consigna en sus notas al Buscapié, que también tuvo los de Nicolás Monardes y Ambrosio de Morales.

Las paredes de la misma antesala estaban todas cubiertas con los retratos de quince generaciones de Porreños, que formaban la histórica galería de familia.

Los papeles estaban ornados de retratos de Hombres-Montañas completamente desconocidos por el profesor Flimnap. Todos ellos ostentaban la palabra «Banco» y una cifra seguida de la palabra dollar.

De todos los retratos que han llegado a mis manos, los que más me han llamado la atención son el de Chiffart, publicado en la edición ilustrada de Quantin, de los Cuentos extraordinarios, y el grabado por R. Loncup, para la traducción del libro de Ingram por Mayer. En ambos, Poe ha llegado ya a la edad madura.

En el cuarto de Ulises se veían cintas, madejas de hilo, un abanico viejo, depositados sobre papeles y libros, por el mismo reflujo misterioso que había arrastrado sus retratos del dormitorio de su madre al de su prima. El marino gustaba de quedarse en casa.

Un lienzo de un retrato de una lámpara que el Señor Duque Don Fernando dió á San Antonio de Padua muy maltratado. Ocho retratos de Señoras y Señoritas de la casa, de diferentes tamaños maltratados. Otros dos cuadros de cerca de vara de unos retratos muy maltratada su pintura. Cuatro cañones de mosquete antiguos maltratados del tiempo que dicen fueron de la batalla naval de Lepanto.

El primero comprende lo que hizo antes de su venida a Madrid y en los comienzos de su estancia en la corte: entonces es seco y duro por buscar con tenaz empeño el modelado: su preocupación es conseguir la corporeidad: la Adoración de los Reyes y algunos retratos, como el de personaje desconocido número 1.103 del Museo del Prado, representan esta fase del desarrollo de sus facultades.

Pues ese es don Cosme, gritan todos, el que vive aquí a la vuelta. Y no se desgañite para decirle al público: «Señores, que no hago retratos personales, que no critico a uno, que critico a todos. Que no conozco siquiera a ese don Cosme». ¡Tiempo perdido! Que el artículo está hecho hace dos meses, y don Cosme vino ayer. Nada. Que mi avaro tiene peluca y don Cosme no la gasta. ¡Ni por esas!

No había querido dar la conferencia, pero ofrecía algo más interesante: el espectáculo de un grande hombre, cuyos retratos figuraban en los periódicos, ayudando la misa de aquel obispo obscuro, que parecía aturdido por tal honor. Abandonaba a veces el abate su actitud encogida, para dirigir al oficiante como un maestro.

Le han hecho firmar un sinnúmero de tarjetas postales con «pensamientos» filosóficos y galantes para ellas y para todas sus amigas coleccionistas; le han sacado retratos con autógrafo, y ahora, terminada la explotación, no se acuerdan de él. Es un sabio de malas ideas. El abate las acapara a todas.