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El estanque ó lago llena la gruta y se dilata buen espacio fuera de ella, reflejando el cielo en su cristal. Á derecha y á izquierda hay dos acequias, por donde el agua corre, dividiéndose después en infinitos arroyuelos, y yendo á regar las mil y quinientas huertas que hacen del término de aquella pequeña ciudad un verde y florido paraíso.

Como joven que entra en la vida sin desconfianzas, el arroyo encuentra delante el espacio inmenso y quiere aprovecharlo; pero, á derecha é izquierda, pérfidas presas y pequeñas esclusas, restan á su caudal porciones de agua que van á ramificarse á lo lejos por los jardines y las huertas.

Aguijoneado de esta necesidad, tomó su sombrero y su bastón y se fue a la calle. Ya en la calle, huyendo de toda persona conocida y buscando la soledad, se salió al campo y se internó por lo más frondoso y esquivo de las alamedas, huertas y sendas que rodean la población y hacen un paraíso de sus alrededores en un radio de más de media legua. Poco hemos dicho hasta ahora de la figura de D. Luis.

Pues nada: que Don Carlos Moreno Trujillo, que toda la vida, desde que el mundo era mundo, salía infaliblemente por la puerta de la calle de Atocha... no alteró aquel día su inveterada costumbre; pero a los pocos pasos volvió adentro, para salir por la calle de las Huertas, hecho singularísimo, absurdo, equivalente a un retroceso del sol en su carrera.

Sería proceder en infinito si yo contase aquí los productos del reino vegetal, la Flora de aquella tierra predilecta del cielo, sobre la cual, según popular convencimiento y arraigada creencia, está verticalmente colocado, en el cenit, el trono de la Santísima Trinidad. Baste saber que las mil y tantas huertas de Cabra son un Paraíso.

Una estrella nadaba con lácteo fulgor en la bruma suave del crepúsculo. Sonaban lentas y melancólicas las esquilas de invisibles rebaños; ladraban al borde del camino los perrillos de las huertas; chirriaban a lo lejos los carros; comenzaban a iluminarse las ventanas de las casas rústicas esparcidas en aquellas tierras de labor que alternaban con los solares.

Mirado desde Sevilla, parece asentado en la falda misma de la colina, sin terreno llano donde esparcirse. Después que se está en él se observa que hay en torno muy llanas y muy hermosas huertas de naranjos y olivos.

El verde de los pinares y de los laureles y de algunos naranjos de las huertas, sobre el verde más claro de las praderas en declive, limpias y como recortadas con tijeras, alegraba la cumbre resaltando bajo el cielo lechoso y entre las paredes blancas, que se comían toda la luz del día, difusa y como cernida a través de las nubes delgadas.

Estas reflexiones hicieron olvidar su inquietud al señor Manolo, lanzándose cuesta abajo, desde las alturas de su federalismo ideal, a la práctica aplicación de lo que él llamaba, por antonomasia, «el programa». El día en que el Estado de Castilla sea autónomo, se acabará este escándalo. En las orillas del Manzanares haremos unas huertas, que me río yo de las de Valencia y Murcia.

Es celos lo que imagino; Que no es celos lo que : 940 Cosa que pienso que fué, Y que en mi daño adivino. Por poco tuviera calma La nave de tu deseo. Entro, y á doña Ana veo, 945 Venus de marfil con alma. ¿Cómo te podré pintar De la suerte que la ? Cultas musas, dadme aquí Un ramo blanco de azahar 950 De las huertas de Valencia Ó jardines de Sevilla.