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Ese mismo Almanzor, cuya imaginacion embargaban sin cesar sus espediciones militares, apenas sabia guardar para otra que para los laureles que recogia entre la polvareda del combate: te acariciaba al volver de sus audaces correrías como un cazador á su perro de caza, como un soldado á su corcel de guerra. Córdoba, Córdoba, ¿cómo no se cerraron entonces tus heridas?

Era Flor de Río Negro, que enseñaba á tirar el lazo á Watson, riendo de la torpeza del gringo. Como Torrebianca iba todos los días puntualmente á dirigir les trabajos de los canales, Ricardo gozaba de más libertad, empleándola en seguir á la niña de Rojas en sus correrías.

La tartanilla en que hacían sus correrías se paraba ante las casas de la grandeza y la alta banca, con regularidad admirable, en determinadas fechas y a horas fijas: a poder hablar, el borriquillo que la arrastraba hubiera dado las señas de los domicilios de lo mejor de Madrid.

Aquella estatua desfigurada y vulgar era el penate de la población, y la cándida leyenda de la enemistad y la lucha entre San Vicente y San Bernardo, inventada por la religiosidad popular, venía a su memoria. El elocuente fraile llegaba a Alcira en una de sus correrías de predicador y se detenía en el puente, ante la casa de un veterinario, pidiendo que le herrasen su borriquilla.

Aquí los que se habían escapado le noticiaron de los designios de los Mamalucos, y tomando ocasión de la tempestad que les amenazaba, les persuadió se juntasen en un cuerpo y fundasen un Reducción en sitio ventajoso para defenderse de las correrías de aquellas fieras infernales y lo que antes no había podido recabar con ruegos, poniéndoles por motivo su eterna salvación, lo obtuvo ahora el deseo de salvar sus vidas.

Había venido á la Costa Azul en una de sus correrías de personaje byroniano, y en ella se quedó, no queriendo ver más mundo. La pasión del juego era la única voluptuosidad inagotable para este hombre que las había gustado todas y estaba aburrido de la mayor parte de ellas.

Faltábale ya la energía, y sus grandes ánimos flaqueaban; perdía la fe en la Providencia, y formaba opinión poco lisonjera de la caridad humana; todas sus diligencias y correrías para procurarse dinero, no le dieron más resultado que un duro que le prestó por pocos días Juliana, la mujer de Antoñito.

El caudillo español que habia hecho rostro á los árabes llamábase Tadmir: el cual escribió al rei diciéndole la llegada de aquellas gentes de la parte de Africa, lo que trabajó cuando se vió acometido de improviso por ellas, para defenderles la entrada: que tuvo que ceder á la muchedumbre: que acampaban en la tierra i que comenzaban á hacer correrías: que enviase en socorro suyo toda la gente que pudiese allegar: i por último que la necesidad i el aprieto eran tales, que si el mismo rei no entraba en campaña con todas las fuerzas de su reino seria inevitable su pérdida.

Gran conquistador; extendió sus dominios muchísimo, y hasta me parece que llegó en sus correrías hasta Extremadura. Un día, siendo yo niño, se encontró su corona enterrada entre los cimientos de la antigua capilla de nuestra casa... ¡Pero, hombre! ¡pero, hombre! exclamó Valero mirándole fijamente con una cómica indignación que hizo soltar la carcajada a los demás.

Muchas mugeres he cogido en mis correrías, pero á ninguna conservo; quando son bonitas, las vendo caras, sin informarme de lo que son, porque nadie compra la dignidad, y para una reyna fea no se encuentra despacho. Posible es que haya yo vendido á la reyna Astarte, y posible es que haya muerto; poco me importa, y me parece que tampoco debe de importaros mucho á vos.