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El verano se presentó Carlos Ohando, que venía de vacaciones del colegio de Oñate. Pronto notó Martín que, con la ausencia, el odio que le profesaba Carlos más había aumentado que disminuído. Al comprobar este sentimiento de hostilidad, dejó de presentarse en casa de Ohando. No vas ahora a vernos le dijo alguna vez que le encontró en la calle, Catalina.

El bueno de Oñate, que hay que despertarlo á tiro de fusil, se volvió del otro lado, pidiendo le dejaran de volcán, de Sungay y de expediciones; Ordóñez, acostumbrado á desechar la pereza en la ruda campaña del marino, puso los huesos en punta, y yo le grité á Oñate en todos los tonos: ¡Vamos! ¡arriba! la laguna nos espera! dando por resultado el que el interpelado tras un largo bostezo se incorporara en la cama.

Soraberri recomendó eficazmente a su amigo Tellagorri que no hiciera nunca juicios aventurados y temerarios, y con este motivo comenzó a contar una historia, precisamente ocurrida en Oñate, pero al ir a especificar los que habían intervenido en su historia, se le olvidó la especie, y lo sintió, verdaderamente lo sintió, porque, según dijo, tenía la seguridad de que el hecho era sumamente interesante y, además, muy digno de mención.

En Bolonia salió a recibirle el Conde de Sena hasta una milla de la ciudad: en Florencia, Módena y Parma se detuvo poco y sin parar mucho en Roma, continuó hasta Nápoles, ya porque allí hubiera mayor facilidad para cobrar fondos que de España le mandasen, ya porque tuviese órdenes que recibir del Virrey, Conde de Oñate, a quien Felipe IV había encargado que cuidara del cumplimiento de cuanto se refería al propósito del viaje.

Recuerdos de Silam Ordoñez y Oñate El yo cuidado. En marcha Sungay Talisay La Capitana Ramona. Tiempo viejo Los labios de un chico y la boca de una chocolatera. Perlas y brillantes Laguna encantada. El cráter. Volcán de Taal Grandiosidad del volcán Erupciones notables Sueño del coloso.

Decía así Felipe IV a su embajador en Roma el Duque del Infantado: «He visto vuestra carta de 6 de Noviembre del año pasado, en que me dais cuenta de lo que iba obrando Velázquez, en lo que tiene a su cuidado, y pues conocéis su flema, es bien que procuréis no la ejecute en la detención en esa corte, sino que adelante la conclusión de la obra y su partencia cuanto fuere posible, y de manera que para últimos de Mayo o principios de Junio pueda hacer su pasaje a estos reinos, como se lo envío a mandar si estuviere con disposición dello la obra, y así os lo encargo, y que en orden a esto le asistáis cuanto fuere posible, que para mayor facilidad dello envío a mandar al Conde de Oñate, le asista con el dinero que le hubiere dejado de enviar, según lo que necesitare, porque no tenga excusa ni pretesto que pueda obligarle a diferirle, y porque juntamente le he mandado que haga venir a esta corte a Pedro de Cortona, pintor del fresco, y que para ajustar la forma en que esto hubiere de ser, se valga de nuestra autoridad.

En su virtud, en 10 de Enero de 1509 encargó la Corporación al entallador Gomez de Orozco que hiciese un diseño, por el cual recibió 1500 mrs. y en 23 de Mayo del citado año dicho Cabildo comisionó al platero de Fábrica Juan de Oñate para que marchase á Portugal por el maestro que había de ejecutarla, que fué el orfebre Juan Aleman . Esta nueva custodia no parece que satisfizo tampoco al Cabildo, caso de que llegara á hacerse, puesto que otros dos alemanes, los maestros Nicolás y Marcos fabricaron una nueva que se terminó en 1525.

Creemos oportuno advertir que la causa de la afición de don Gil á la vizcaína era que él tenía conocimiento, por papeles que tuvo ocasión de ver mientras fué covachuelista, de un derecho á ciertas tierras y casas de labor en Oñate, el cual había recaído en aquella doña Leoncia sin que ella misma lo supiera.

Estoy cansado contestó Zalacaín. ¿No quieres jugar? No. Juega si quieres. Carlos, que había comprobado una vez mas la simpatía de su hermana por Martín, sintió avivarse su odio. Había venido aquella vez Carlos Ohando de Oñate más sombrío, más fanático y más violento que nunca.

Son del Conde de Oñate dijo el Diablillo , timbre esclarecídisimo de los Ladrones de Guevara, Mercurio Mayor de España y Conde de Villamediana, hijo de un padre que hace emperadores, y es hoy presidente de Ordenes.