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La vida y muerte de esta actriz sirvió para la composición de varias comedias, escritas por Guevara, Antonio Coello y Francisco de Rojas, cuyo título y protagonista eran La Baltasara.

A estas preguntas, que algunos aficionados a las letras nos hacíamos, respondió, como si estuviera en nuestro pensamiento, don Enrique Nercasseau y Morán, en su discurso de recepción leído ante la Academia Chilena, correspondiente de la Española, el día 21 de noviembre de 1915 : «La novela toda de Vélez de Guevara dijo es una sátira cortés de la sociedad de su tiempo, felicísima en la mayor parte de sus cuadros, y no afeada por la licencia y crudeza tan comunes en las novelas de la época.

El bastardo de Ceuta, del licenciado Juan Grajales. La venganza honrosa, de Gaspar Aguilar. La hermosura de Raquel, de Luis Vélez de Guevara, gentil-hombre del conde de Saldaña. Dos partes. El premio de las letras por el rey Felipe II, de Damián Salustrio del Poyo, natural de Murcia. La guarda cuidadosa, del divino Miguel Sánchez, vecino de la ciudad de Valladolid.

La intención poética de Guevara no es, por lo común, muy profunda, ni se propone tampoco en sus comedias producir impresión indeleble: su estilo, comparado con el de los grandes maestros, es más superficial; el fondo de sus composiciones se derrama y termina en la acción de tal suerte, que no hay que buscar más allá ninguna otra poesía más honda y transcendental; sin embargo, el poeta se mueve con soltura y desembarazo en la esfera subordinada que se ha trazado; no llena en sus dramas grandes fines, pero alcanza siempre los que se propone y nos satisface con ellos.

Un amigo mío muy erudito, Valeiro, estudiante compostelano, me contaba haber leído en un libro de un Fray no cuántos Guevara, obispo en alguna diócesis de Galicia, que los españoles, en los tiempos del gran Carlos V, cuando el tal obispo escribía, andaban en zancos por las calles, a causa de los lodos. ¡Qué barbaridad!

E aínda, pensaba el P. Guevara, que por privilegio no tienen los mareantes memoria del Miércoles de Ceniza, ni Semana Santa, ni Cuatro témporas, ni aun de la Cuaresma mayor, porque si ayunan, no es por la vigilia, sino porque les falta la vitualla.

Luis Vélez de Guevara es de los poetas más distinguidos de su época. Quizás no deba enumerarse entre los dramáticos españoles de primer orden; pero, en cambio, le corresponde entre los de segundo uno de los primeros lugares.

Son del Conde de Oñate dijo el Diablillo , timbre esclarecídisimo de los Ladrones de Guevara, Mercurio Mayor de España y Conde de Villamediana, hijo de un padre que hace emperadores, y es hoy presidente de Ordenes.

Hartas culpas pesan sobre la memoria de aquella vergonzosa monarquía, para que se le cargue con esta que fue iniquidad de la nación entera. Lope de Vega, Vélez de Guevara y otros hombres ilustres la elogiaron; hasta Cervantes por boca de un personaje del Quijote, dice que fue inspiración divina la que movió a Su Majestad a poner en efecto tan gallarda resolución.

Representa un suceso que hubo de ocurrir en el reinado de Don Fernando y Doña Isabel, cuando la primera rebelión de los moriscos en las Alpujarras. Ni en la obra de Mendoza, ni en la de Mármol Carvajal, se encuentra noticia alguna histórica que aclare ese suceso. El primero que le dió forma dramática fué Luis Vélez de Guevara. Su comedia, muy notable, lleva el mismo título que la de Calderón.