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Y el pobre Bonis, que a ratos andaba loco por casa, por calles y paseos solitarios, buscó la Leyenda de oro en la librería de su suegro, y vio que, en efecto, había habido muchos santos cortos de alcances, y no por eso menos visitados por la gracia. , eso era; se podía ser un santo sencillo, hasta un santo simple....

Hemos hecho mérito de un acuerdo del cabildo, de enero de 1517 , del que se colige que en este año se destinaba á la librería el local de la antigua y espaciosa capilla de Santiago. Posteriormente, en la sede vacante del obispo D. Fr. Esta obra se continuó con ardor por el obispo D. Fr.

Una tarde vio Pepe entrar en la biblioteca del Senado un caballero como de cincuenta años, alto, canoso, con el rostro enteramente afeitado y de aspecto excesivamente limpio, que dirigiéndose al principal encargado, le dijo: Vengo a pedir a Vd. un favor. ¿Podrá Vd. recomendarme uno de estos muchachos que tiene Vd. aquí, a sus órdenes, para que venga unas cuantas mañanas a mi casa y me ayude a poner en orden mi librería?

Dos estátuas pequeñas de medio cuerpo antiguas de la parte de afuera de dicha galería mirando al jardin que á la una le falta el rostro. =Galería baja de la librería:= En esta galería que está diáfana y al andar del jardin hay las estátuas y columnas siguientes: Una estátua de marmol antigua también en su nicho de cinco cuartas y media de alto que representa la Diosa Thetis.

NUESTRO amigo Zarathustra, en una de sus andanzas, se casó con una joven inglesa, hija de un español que tenía una librería de viejo en un barrio apartado de Londres. Zarathustra es literato y, en consecuencia, no tiene dinero. Trajo a su mujer a Madrid, la llevó a comer a los figones de los poetas bohemios y durmieron en las clásicas posadas de la Cava Baja.

¡Caramba! exclamo . He hecho una atrocidad sin querer. El otro día se conmovió el Heraldo por un artículo mío, y ahora este Castrovido dice esas cosas tremendas hablando de otro... ¡Caramba! Yo no me atrevo a salir a la calle, a ir tímidamente al Ateneo, a pedir un libro en la Biblioteca, a entrar en la librería de Fe... ¿Tomaré el tren otra vez? , ; es preciso que yo coja el tren otra vez.

=Gruta del jardín:= En la Gruta ó risco de este jardín hay una estátua de marmol antigua de una mujer desnuda que parece Susana ó Venus como dice la memoria antigua sentada para bañarse, mayor que del natural y que tiene lastimado un brazo. En el sitio que ocupa la escalera que sube del jardín á la librería hay cuatro nichos; el uno vacío.

Se labró segun unos el año 1517 en el sitio de la antigua puerta de Jerusalen, que cerró el cabildo dicho año cuando hizo la estantería para colocar la numerosa librería que le habia legado el obispo D. Martin Fernandez de Angulo. Segun otros no se fundó hasta el año de 1578, en que se mudó la librería al lugar que hoy ocupa en los cuartos altos.

A un lado estaba la librería: un armario de roble con los cristales siempre cerrados, viéndose al través de ellos las imponentes filas de volúmenes, respetables por su tamaño y su brillantez.

Por impulso propio no había entrado jamás en una librería a comprar alguna. No sólo era aficionado a leerlas, sino lo que aun es más raro, se enternecía notablemente con ellas. Porque guardaba en su pecho un gran fondo de sensibilidad. Era una flaqueza de su organismo, lo mismo que el asma y el reuma. Las desgracias del prójimo, la miseria, le compadecían extremadamente.