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No habia en España en la época á que nos referimos abadías de las que se llamaron luego inmediatas á la Sede Apostólica por no reconocer mas superior que el Papa, y tener libertad plena en la eleccion de abad sin sujetarse á la jurisdiccion del obispo.

El obispo de Osma, D. Juan, que representa al arzobispo D. Rodrigo, primado de Toledo, ausente por hallarse cerca de la Santa Sede en tan fausto dia, la bendice con las ceremonias y preces acostumbradas, la purifica con agua y sal, cantando los asistentes el Te Deum laudamus, la dedica á la inmaculada Madre del Verbo en su glorioso misterio de la Asuncion, hace provisionalmente erigir un altar en honor de la excelsa Señora, celebra en él de pontifical, y dirige por último una breve y sentida plática á los circunstantes exhortándolos á tributar gracias sin fin al Dios de los ejércitos.

Estas y otras semejantes esclamaciones hacen, acordes en su sentimiento por tan dolorosa pérdida, todos los que acuden á visitar al Sultan difunto, y entre ellos se señalan por sus estremadas demostraciones los jeques de las tribus Modharitas , los caudillos de los Eslavos, los adalides Bereberes y Zenetes, todos los walíes, capitanes, alcaides, cadíes y alfaquís de las circunvecinas provincias, que sin distincion de partidos, y depuesta toda rivalidad de razas, acudieron á la Sede del naciente Califato atraidos por la fama de la nueva fundacion.

»Te Musarun Chorus adoret, Apollo illis praesidere te annuat, et in magno deorum Concilio aurea sede juxta se Jupiter assidere jubeat inter duas perpetuas comites, Minerva et Venerem, Gratiis, Musis deabus acclamantibus. ¡Dicite, Io Paean! »Fácil y dulce es Ovidio haciendo versos, y ningún otro se encontrará entre los latinos más suave y más hábil para la poética.

En la tienda de Arnaiz, junto a la reja que da a la calle de San Cristóbal, hay actualmente tres sillas de madera curva de Viena, las cuales sucedieron hace años a un banco sin respaldo forrado de hule negro, y este banco tuvo por antecesor a un arcón o caja vacía. Aquélla era la sede de la inmemorial tertulia de la casa.

Comunicola a los apóstoles, y pasó de ahí a ejercitarse en los Concilios, a continuarse en los Obispos, y por medio de la Santa Sede Apostólica se delegó absolutamente a los Inquisidores Apostólicos, a cuyo Sagrado Tribunal, al impulso de tan logradas experiencias ha ido dando la Iglesia más amplia la autoridad y más soberanas sus veces.

Los más rudos y guerreadores, el armazón, la montaña de piedra y el bosque de madera que formaban su osamenta; los más cultos, elevados a la sede en época de refinamiento, las verjas de menuda labor, las portadas de pétreo encaje, los cuadros, las joyas que convertían en tesoro su sacristía. La gestación de la giganta había durado cerca de tres siglos.

Sábese solamente que la Sede episcopal y cabildo de canónigos, que durante la ocupacion de la ciudad por los árabes habia estado en la basílica de los tres mártires , no se restituyó á ella sino cuando volvió de Roma el arzobispo D. Rodrigo, primado de España, que era quien por decreto del pontífice Inocencio III tenia desde el 4 de marzo de 1210 el encargo de restituir las iglesias catedrales en todas las ciudades que se reconquistasen, y por otro de S. S. Gregorio IX de 26 de junio de 1234 estaba autorizado para poner y consagrar obispos en las ciudades que antes los habian tenido.

Lo que era antes Bizancio para la sede de los califas, es ahora el Africa occidental: es posible que el gérmen africano ingerto en el robusto vástago hispano-oriental haya producido un arte mas bello que el africano-berberisco, acre por su naturaleza como la índole de las tribus auxiliares de Almanzor; pero de todos modos es africano el genio que preside á la trasmutacion del arte cordobés y á su emancipacion de la tutela bizantina; y es indudable que con solo atender á las fechas, y con saber que la intimidad entre Almanzor y Zeyrí fué anterior á su enemistad sangrienta, podiamos ya sospechar qué escena tendrian dispuesta los arquitectos del poderoso hagib para los dos actos capitales en que por última vez figura la gran mezquita, de anunciar á los creyentes congregados la conquista del Africa occidental, y de distribuir entre los pobres inmensas sumas en celebridad de la ruidosa victoria.

El obispo Mardones mandó publicar un edicto prohibiendo que se celebrasen juntas para tratar y discutir esta materia; pero no agradó al cabildo el silencio de la opinion pia, y así apeló del mandamiento del obispo para ante S. S. y su Santa Sede.