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Iban todos armados de lanzas y de los pesados y groseros cuchillos llamados parangs, y algunos llevaban cerbatanas de bambú, destinadas a disparar flechas impregnadas del jugo extremadamente venenoso del upas. La piragua se acercaba al islote, navegando a lo largo de la playa occidental, pero con gran trabajo, pues no había agua suficiente, aunque estaba subiendo la marea.

M. Steimbourg creyó un deber presentar a su amigo a su familia. Condújole a Bieville, donde su padre se había hecho construir un chalet. M. L'Ambert fue recibido en él por un viejo muy verde, una señora de cincuenta años, que no había abdicado aún, y dos jovencitas extremadamente coquetas; y a primera vista advirtió que no entraba en una casa de fósiles.

Despachábase en las dos boticas del pueblo una cantidad extraordinaria de cebada perlada; algunos rechazaban a la mesa el vino, con sorpresa de sus consortes; y dulcificábase extremadamente el carácter de los señoritos en el trato con las criadas.

Cierta noche tuvo éxito prodigioso un muchachuelo al manifestar que Clementina, según datos irrecusables, gastaba pantalones de franela a raíz de la carne. Algunos de estos dichos llegaban a oídos de la interesada y la hacían empalidecer de ira, amargaban extremadamente su agitada existencia. El pleito era ya para ella una lucha personal con la Amparo.

Desde aquí había escrito a Núñez una carta anunciándole que estaba resuelta a cortar el lazo amoroso que los unía. No queriendo decirle el motivo real que a ello le impulsaba y no siendo extremadamente hábil en el género epistolar, se perdía en una serie lamentable de frases sin sentido, reticencias y exclamaciones inútiles.

Pasaron a un gabinete donde había ya reunidas bastantes personas y donde la señora de la casa los recibió con amabilidad grave y protectora. Era una dama extremadamente alta, de bastantes años, enjuta, con ojos negros de mirar imponente, los blancos cabellos pegados a la frente con goma.

Apenas lo : de los sucesos insignificantes del día, de las nonadas de la vida; algunas veces, de lo por venir, imaginando mil proyectos contradictorios que me hacían reír; algunas también, de sus recuerdos de convento. Gozaba extremadamente oyéndole contar las travesuras de su época de colegiala, los mil incidentes, tristes o cómicos, que le habían pasado en el colegio.

Las promesas de sus amistades no eran mas que dulces mentiras; nadie haría nada por ellos al verlos en la desgracia; la Justicia seguiría su curso. Su marido iría á la cárcel, y ella tendría que empezar otra vez... ¡otra vez! en un mundo extremadamente viejo, donde le era difícil encontrar un rincón que no hubiese conocido antes... Además, ¡tantas amigas deseosas de vengarse!...

Se introdujo en el grupo para saber de lo que se trataba. Solía por las tardes ir a dormir la siesta a la Mata, debajo de una gran acacia, y se placía extremadamente en escuchar horas enteras los gorjeos de los pájaros, los rumores de los árboles, el canto de los insectos.

Nuestra amiga confesaba, en efecto, que había sentido mucho miedo y que esto la embarazaba extremadamente. El autor, sobresaltado por el éxito de su obra, trataba de persuadirla a que abandonara todo temor, que se mostrase como ella era y que no pensase para nada en él, mientras dijese los parlamentos.