United States or Ghana ? Vote for the TOP Country of the Week !


Como no conoce personalmente ni á su suegro ni á su novia, porque las relaciones que tiene con ellos provienen de tratos de familia, que se han celebrado desde lejos, le llena de confusión el dicho de su criado, de que ha enviado á Doña Inés su propio retrato en lugar del de Don Juan.

Educado en los prejuicios de la riqueza rural, creía que una persona decente no podía oponerse a la unión con una hembra fea y arisca, siempre que tuviese fortuna. El suegro y la nuera se entendían perfectamente.

Después de haber degollado muchos, fueron á casa de Raul Paqueo, pariente de Andronico, y suegro de Fernando Aones el Almirante, y pidió el pueblo que luego se les entregasen los Catalanes que habia dentro; y porque esto no se hizo tan presto como ellos quisieron, pegaron fuego á la casa con que se abrasó todo cuanto habia dentro, y aquí tengo por cierto que los tres Embajadores y el Almirante perecieron.

REY. Ofendido del rigor, De la violencia y porfía De don Tello, yo en persona Le tengo de castigar. SANCHO. ¡Vos, señor! Sería humillar Al suelo vuestra corona. REY. Id delante, y prevenid De vuestro suegro la casa, Sin decirle lo que pasa, Ni a hombre humano, y advertid Que esto es pena de la vida. SANCHO. Pues ¿quién ha de hablar, señor?

De todo ello no resultó, sin embargo, más que una carta en que aquél, con bastante respeto, invitaba a su suegro a que le manifestase el estado de su hacienda, a fin de dar comienzo a las primeras operaciones del inventario. Salabert no contestó a esta carta. Se escribió otra. Tampoco. Dejaron de visitarle.

La señora de Laroque, que ha vivido en París antes que la salud de su suegro la hubiese condenado á un eterno veraneo, conserva fielmente en su retiro el gusto por los intereses elevados, elegantes ó frívolos, de que el arroyo de la calle de Bac era el espejo, en tiempos del turbante de la señora Stäel.

D. Juan, que se halla mientras tanto en casa de Dorotea, la reconviene vivamente por sus infidelidades; contéstale ella con frialdad, porque sabe que su futuro suegro se opone á su casamiento á causa de los escasos bienes de fortuna que ella posee, é intenta casarlo con otra. Óyese entonces en la calle alegre música: es una serenata, que le da el príncipe D. Enrique.

Duraba aún la disputa, cuando don Rosendo llamó a la puerta para preguntarles si deseaban que se les sirviese el almuerzo allí o querían venir al comedor. Gonzalo optó por esto último, porque de ningún modo quería mostrarse frío con su suegro y cuñada. El almuerzo fué triste.

Mi primera mujer, la conociste; no era posible ser feliz con ella: tenía un carácter agrio y duro, y mi segunda mujer, te lo aseguro, Julio, me obliga a hacer una vida tan artificial, que no cuando he sufrido más, si en la guerra viva de la primera época o en la fiesta perpetua en que vive todo lo que rodea a mi suegro, el doctor Montifiori.

Hasta habló de España, para hacerse más grato al pintor. Sólo había estado allá una vez, por breve tiempo; pero después de la guerra pensaba recorrerla toda. Su suegro era español, su mujer tenía sangre española, en su casa empleaban el castellano como idioma de la intimidad. ¡Ah, España, país de noble pasado y caracteres altivos!...