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Pero sería injusto negarle cierta inspiración, y hasta me atrevo á decir que aquí entre nosotros aprenderá mucho, si es que llega á ejercitarse en el idioma nacional. Para eso, ¡oh Padre de los Maestros! dijo Flimnap , será preciso que el pobre gigante viva.

Se caminaron este dia 14 leguas, poco mas ó menos, llegando todos mojados. Dia 7. Se marchó de mañana, atravesando grandes esteros, hasta que llegamos á una gran laguna, que los indios llaman en su idioma Tenemeche, y nosotros le pusimos el nombre de Santiago Apóstol.

Dantchari hablaba en castellano con esa pedantería clásica de los curas y seminaristas, que creen indispensable, para mayor claridad, decir de cuando en cuando alguna palabra en latín entre personas que ignoran en absoluto este idioma.

La subida de D. Fernando al trono de Aragón, forma la época en que las costumbres, idioma y poesía castellana comenzaron á arraigarse más y más en la corte de Zaragoza, y á decaer el arte de los cantores provenzales, que tanto tiempo floreciera en ella.

Por estas lindezas, por la soltura de sus miembros y gallardía de su cuerpo alto y delicado, estaba más orgullosa de él su madre que si hubiera parido un príncipe. Hablaba el lenguaje de su edad, con graciosos solecismos, comiéndose medio idioma y deshuesando el otro medio.

Gentleman dijo en un inglés tan perfecto como el del profesor , yo pertenezco á su servidumbre, y creo que de todos los presentes soy el único que conoce su idioma. No dónde está el doctor Flimnap; también me extraña su tardanza. Pero si el gentleman desea algo, aquí estoy para traducir sus deseos.

Sin embargo, fuerza es poner tocando en las estrellas el favor excelso de cederle para su recobro y recreación la huerta de los Alijares , mansión real y de todo deleite. ¡Qué apacibles horas habrás gustado por aquellas arboledas, razonando con tu buen padre, oyendo el idioma de las aves o cultivando acaso las rosas de Egipto o el tulipán de Persia!

En un país americano de clima frío, donde crecían lo mismo que en Europa el pino y el abeto y las montañas estaban coronadas de nieve, salía al encuentro del viajero el idioma castellano, y con él las viejas casas de escudos coloniales en el portón y los entonados señores de solemnes maneras semejantes a los hidalgos antiguos.

Una nación relativamente pequeña, mal situada en un extremo del mundo viejo, y que además pretendía unificarse expulsando a los españoles hebreos y musulmanes por ser de distinta religión, emprendía al mismo tiempo la empresa de colonizar medio globo y de mantener bajo su autoridad lejanas naciones europeas que no eran de su idioma ni de su raza.

Muchos navegantes portugueses, arrebatados por la tempestad, habían ido a parar a esta isla, donde eran magníficamente tratados por gentes que hablaban su mismo idioma y tenían iglesias.